Atribuir el crédito a Dios

Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que uno le da más crédito al Todopoderoso o al mal?

Muchos, en este momento, están pasando por una etapa difícil en su vida. Esto sucede porque acreditan más el mal que lo bueno que proviene de Dios.

Por ejemplo, si alguien recibe una mala noticia, toda su persona se sumerge en ella. Uno empieza a decir cosas como: “Lo sabía, esto iba a suceder”, “Pues, ¿qué se puede hacer?”, o “Nada bueno le pasa a alguien como yo”. Es decir, uno acepta rápidamente lo malo sin considerar lo bueno, o mejor dicho, lo que viene de Dios.

Uno carga el yugo del mal porque no cree que Dios pueda quebrarlo. Pero el Señor sí puede romper el yugo para darle descanso.

La Palabra nos enseña así: “Y sucederá en aquel día que la carga de Asiria será quitada de tus hombros y su yugo de tu cerviz, y el yugo será quebrado a causa de la grosura” (Isaías 10:27).

Según la Palabra, el Señor Dios no solo nos quitará el yugo y lo quebrará, sino que también quiere darnos Su unción. Él quiere que recibamos la bendición para que seamos prósperos. Pero para que esto suceda, uno debe creer y tener fe.

Para recibir esta unción, uno debe controlar sus emociones negativas con lo bueno. Si no puede llenarse de lo bueno y dominar sus emociones, es ahí donde invita al mal.

La Palabra nos revela este tema así: “Pues lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede. No tengo reposo ni estoy tranquilo, no descanso, sino que me viene turbación” (Job 3:25-26).

Lo que uno teme es lo que vendrá sobre su vida para aterrorizarlo. Como se mencionó al principio de este artículo, muchos temen, o mejor dicho, aceptan o respetan más lo malo que lo bueno, sin darse cuenta de que el Señor quiere darles la bendición. Muchos están tan aterrorizados por el mal que ni siquiera pueden descansar para dormir y sufren de insomnio por miedo.

Pero para ser llenos de lo bueno, uno debe meditar y creer en lo que proviene de Dios. Es cuando uno cree en lo bueno que recibe paz, alegría y prosperidad.

Con todo esto dicho, les sugiero que acrediten lo bueno que viene de Dios, para que el yugo que cargan sea quebrado también.

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