Caiga quien caiga
Capítulo I: Mis once días en la cárcel.
Muchas personas tienen una vida mal resuelta porque desistieron de vivir el presente para revivir lo que quedó en el pasado.
No sirve que culpemos a nadie por nuestros infortunios: nuestra vida es resultado de nuestras acciones y reacciones.
La fe nos lleva a ser independiente de todo y de todos y nos vuelve dependiente solo de Dios.
En Dios somos libre del propio ego, de los prejuicios y de las vanidades que tanto nos impiden ver cuan fallos somos.
Vivir por la fe exige de cada uno de nosotros una dosis diaria de renuncia personal.
El orgullo es el causante del fracaso del ser humano.
Las palabras son pocas, ¡pero el amor es inmenso!
El ejemplo de mis padres es la base de mi fe.