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El ejercicio de la oración (Parte 2)

El ejercicio de la oración (Parte 2)

El corazón de ese fariseo era profundamente orgulloso por creer que este procedimiento era suficiente para impresionar a Dios y obligarlo a atenderle. Dios conoce todas nuestras necesidades y sabe lo que vamos a hablar con Él, pero lo que realmente destaca cuando le hablamos es nuestro corazón. En esta parábola el Señor Jesús enfoca la manera incorrecta de entrar en la presencia de Dios.

El corazón de quien ora debe de estar absolutamente libre de cualquier sentimiento de rencor contra terceros, de orgullo por los méritos propios o cosas semejantes a estas.

Muchas personas no han tenido mayor interés en orar porque sus oraciones no han sido respondidas de acuerdo a sus necesidades. Lo que ellas, casi siempre ignoran, ¡es que la oración no puede estar en el mismo nivel del pedido que un cliente hace al camarero después de leer el menú! Dios no es ningún camarero que está a disposición de aquellos que entran en su presencia, dispuesto a servirles realizando los deseos de sus corazones, ¡no!

¡La oración tiene que tener en su totalidad el espíritu de una súplica humilde! Cuando el Señor Jesús nos enseñó a orar, Él dijo:

“Vosotros, pues, orad de esta manera” – significa que: vosotros oraréis como este modelo.

Padre nuestro que estás en los cielos: Dirigiendo la oración al Dios Padre.

“Santificado sea tu nombre” – antes de pedir cualquier cosa, glorificarlo.

“Venga tu reino” – desear ardientemente que Su Reinado venga.

“Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” – someter todas nuestras peticiones de acuerdo a la voluntad de Dios, de la misma forma que esta voluntad es hecha en los cielos.

“Danos hoy el pan nuestro de cada día” – pedir a Dios a cada día aquello que se precisa en aquel día concreto.

“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” – siempre que entramos en la presencia de Dios en oración debemos tener el corazón limpio de todo rencor contra alguien, porque de la misma manera que perdonamos, seremos perdonados.

“Y no nos metas en tentación” – orar siempre para no caer en tentación.

“Mas líbranos del mal” – siempre pedir el libramiento del mal.

“Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria para siempre” – significa que hay que terminar la oración reconociendo Su autoridad suprema.

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