La fe y los sentidos (Parte 3)

Ahora podemos entender por qué el Espíritu Santo usando al apóstol Juan dijo:

“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”(1 Juan 2:15-17)

Siendo la fe el elemento de unión entre el mundo espiritual y el físico, entre el Creador y Su criatura, hay que alimentarla de acuerdo con su necesidad para que quede fortalecida, y una vez fortalecida pueda obtener todos los beneficios de una vida llena de gracia. Y esto sólo es posible a través del conocimiento de la Palabra de Dios, pues como está escrito:

“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.” (Romanos 10:17)

Una cosa que hemos observado es que el pleno conocimiento de la Palabra de Dios, todavía no es suficiente para que la fe pueda ser fortalecida; es necesario que haya un ejercicio constante de ella o de su práctica. El Señor dijo:

“Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.” (Mateo 7:24-26)

La fe es como un músculo, cuanto más ejercicio se hace más fuerte será.

 

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