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Las estrategias

Las estrategias

Sabemos que una guerra terrenal involucra servicios de inteligencia, estrategias y costos. En la guerra espiritual no es diferente. Es necesario que, además de estrategias sabias contra el mal, haya también fe inteligente. Esta es la fe que piensa, analiza, pesa, evalúa y “hace cuentas” para anticiparse a los ataques del maligno. Los costos son los sacrificios que la fe impone para mantenernos en vigilancia constante. Solamente quien se fija en eso no se deja llevar por la apariencia de las cosas y, consecuentemente, no toma decisiones movido por los ojos o por el corazón, pues no quiere arriesgar su propia Salvación. A fin de cuentas, en toda guerra están los que mueren y los que sobreviven.

La fe inteligente y la estrategia sabia nos llevan a hacer exactamente lo que dijo el Señor Jesús:

Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: «Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar».

Lucas 14:28-30

La palabra “estrategia” deriva “del griego antiguo estrategos, cuyo significado primario está relacionado al “arte de pensar, de actuar de forma articulada y de liderar un grupo para alcanzar determinado objetivo. Por eso, este término es muy usado en operaciones militares y policiales.

Si el Señor Jesús nos amonesta a que seamos prudentes en la conducción de nuestras vidas, ciertamente Él conoce las estratagemas del mal para engañar al ser humano. Satanás, como ser inteligente que es, actúa a partir de estrategias — vale recordar que fue creado lleno de sabiduría; sin embargo, cualquier tipo de sabiduría sin temor a Dios es vacía, inútil y diabólica (Santiago 3:15).

La primera táctica del diablo es atraernos al pecado. La segunda es intentar convencernos de que la iniquidad es algo agradable e inofensivo. Fue así como engañó a Eva. Y hace todo eso de una manera extremadamente seductora, como si quisiera decirnos que estamos perdiendo nuestro tiempo en el Reino de Dios, pues todo lo que él tiene para ofrecernos es mucho más interesante. Si sus propuestas no fueran atractivas, nadie caería en ellas. Por lo tanto, el pecado siempre se acerca por medio de algo ventajoso, bueno y bello, para que podamos sentirnos seducidos y tentados a practicarlo.

Sabiendo las múltiples y astutas embestidas del diablo para llevarnos a desobedecer a Dios, el Espíritu Santo nos orienta, por medio del apóstol Pedro, a que seamos sobrios y estemos alertas. Si así no fuera, tendremos nuestra alma “devorada” por el diablo, el cual es retratado como un león que está constantemente a nuestro alrededor, rugiendo lleno de odio.

Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.

1 Pedro 5:8

¡Imagínese rodeado por un león hambriento y feroz! ¿Qué haría usted? Ciertamente, no le daría la espalda, ¿no es cierto? Al contrario, buscaría una manera de protegerse y de mantenerse vivo, pues, ese es nuestro instinto de vida más primitivo. En el sentido espiritual, Dios nos presenta a Satanás como un ser implacable que está siempre alrededor del ser humano para hacerle oposición.

Es interesante notar que, al hacer analogías en cuanto a la acción del diablo, la Biblia no hace mención de animales frágiles, mansos y amistosos, como una tortuga, una cacatúa o un gatito, sino de una peligrosa fiera, lista para atacar. Frente a eso, para que no seamos derrotados por Satanás, necesitamos ser sobrios en nuestros sentidos. La sobriedad, en el sentido bíblico, no significa huir solo de la embriaguez que el alcohol provoca, sino de todo lo que entorpece, quita el discernimiento espiritual y desvía el enfoque de la fe genuina.

En nuestros días, hemos visto a personas completamente “embriagadas” con los cuidados de este mundo y “consumidas” por las vanidades y aspiraciones inútiles. Además, una multitud, en todos los continentes de la Tierra, se ha intoxicado con una “bebida fuerte” llamada entretenimiento. Con esa “bebida”, el diablo ha estimulado a la humanidad a conocer y a practicar todo tipo de violencia, inmoralidad, pornografía, corrupción, mentiras y promiscuidad. El resultado de eso ha sido la depravación moral y la pérdida de la capacidad de discernir lo correcto de lo incorrecto.

Por lo tanto, con ese “vino”, el dios de la ceguera (verifíquelo en 2 Corintios 4:4) ha embotado el entendimiento de incrédulos y creyentes. El estado de letargo, o sea, de somnolencia y postración espiritual ha alcanzado niveles tan asustadores que las personas no notan que están siendo influenciadas a hacer, pensar y decir cosas abominables, las cuales, otrora, jamás serían aceptadas por ellas.

Muchos cristianos se olvidaron del peligro espiritual que están corriendo, pues fueron negligentes con el hecho de que están en medio de una guerra. Están jugando con la fe y con la obediencia a Dios, mientras que el diablo, en ningún momento, pierde el tiempo. Al contrario, trabaja incansablemente para “robar, matar y destruir” al mayor número de personas (Juan 10:10).

Entonces, para vencer esta batalla espiritual, es imprescindible que seamos como está escrito, vivimos en un territorio que yace bajo el maligno. O sea, la mayoría de las personas vive bajo la influencia del mal y es gobernada por la voluntad tirana de Satanás.

Ser vigilante también significa andar atento, mantenerse despierto, porque tenemos un enemigo sutil e invisible a los ojos físicos, pero extremadamente implacable en el combate. En todo momento, Satanás quiere “devorar” a alguien. Para eso, se disfraza de amigo, acaricia egos, promueve vanidades e incluso se hace pasar por un “caballero” para los más desatentos.

Eso quiere decir que no aparece para el ser humano como alguien inmerso en las tinieblas, o como los libros de historias de fantasía lo retratan: un ser rojo, con cuernos, patas de vaca y tridente en la mano. Al contrario, parece fascinante, hablando de forma suave, convincente y articulada. Además, puede “presentarse” por medio de alguien que, aparentemente, es amigo, da regalos, elogia mucho y le pone “Me Gusta” a todas sus fotos en las redes sociales. Pero, en el fondo, todo eso es puro disfraz, pues el carácter de Satanás no cambia nunca. Dentro de él siempre existirá la intención de acusar, calumniar y difamar a Dios y a Sus hijos.

Siendo así, la fe inteligente es el arma más poderosa para resistir a las embestidas del diablo. Y no hay otra forma de que la mantengamos encendida dentro de nosotros a no ser andando en rectitud en la presencia de Dios. Quien tiene la fe en alta no le da lugar al diablo, no cede al pecado y no cae en sus trampas; a fin de cuentas, posee poder suficiente para resistirle. Satanás sufre derrotas torturantes cuando guerrea con alguien que vive en la justicia, en la misericordia y en la fe.

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