Veamos las diferencias entre espíritu, alma y cuerpo:
3) El cuerpo es el medio que nos proporciona contacto con el mundo exterior, nos da consciencia de quiénes somos y trae las características genéticas heredadas de nuestros padres.
Por medio del cuerpo, el hombre logra hacer muchas actividades (comunicarse, trabajar, desplazarse, divertirse, etc.) y, en búsqueda de placer, comodidad y seguridad, invierte en él 24 horas por día. Sea en el cuidado alimenticio, en el sueño, en el descanso, en el deporte o en el ocio, de alguna forma él parece ser el centro de la atención durante toda la vida. Lamentablemente, la mayoría de las personas vive la vida entera en función de su cuerpo, como si este fuera eterno. No le dan la mínima atención al ser incorpóreo que lo mantiene activo: el alma.
A pesar de que el cuerpo (la materia física) sea visible, tocable, sentido, apreciado, alabado, divinizado e incluso se le rinda culto, pocos le han dado la debida atención al ser que mantiene el cuerpo vivo en la Tierra. A causa de eso, el ser humano ha sufrido los horrores de sus constantes malas elecciones. En el afán de querer satisfacer sus pasiones, así como toda clase de deseos que, en principio, responden a los caprichos del cuerpo, el hombre termina tornándose esclavo del pecado y del mal. Así, no hay forma de evitar los dolores, las angustias y el vacío del alma que se encuentra plenamente desorientada y perdida.
En su mayor dolor y aflicción, el rey David clamó: “… Oh Señor, ten piedad de mí; sana mi alma, porque contra Ti he pecado” (Salmos 41:4).
El pecado es una ofensa contra Dios. Esa transgresión les da el derecho a los espíritus inmundos de apoderarse del cuerpo de los que odian la justicia divina para, entonces, imponer su desorden e injusticia en la vida de esas personas.
Sabemos que nuestra vieja naturaleza pecaminosa fue clavada en la cruz junto con Cristo; de esta manera, ya no está bajo el dominio del pecado, ni tiene que someterse a la esclavitud del pecado. Romanos 6:6
El cuerpo humano (la vieja naturaleza) solo deja de ser instrumento del pecado después de que el bautismo en las aguas (sepultamiento) haya sido validado por la novedad de vida vivida. Sin embargo, si la persona que fue bautizada en las aguas no está viviendo en novedad de vida —o sea, alejada del pecado—, su bautismo no valió y, por eso, no tiene ningún efecto práctico en la vida cristiana.
“Por tanto, hemos sido sepultados con Él [Jesús] por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si hemos sido unidos [sepultados] a Él en la semejanza de Su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de Su resurrección.” Romanos 6:4-5
Cuando el bautismo en las aguas es válido, el bautismo con el Espíritu Santo se torna algo simple y natural. A fin de cuentas, ¿cómo una persona lograría permanecer definitivamente alejada del pecado sin el Espíritu Santo en su interior? ¡Sería imposible!
Siendo la morada del Altísimo, la persona pasa a ser dedicada al Señor como Su templo (1 Corintios 3:16) y a usar su cuerpo con dignidad, respeto y honra a Dios. De esa forma, podemos decir que el cuerpo es la parte física o visible del ser humano. Este sirve de vestimenta o cobertura para el alma, que es donde está la esencia de la vida de cada persona.
Podemos decir, entonces, que el alma es la parte del hombre que vive entre dos mundos: el carnal y el espiritual. Si es conducida por el Espíritu Santo, el alma llegará a los pastos verdes de la presencia de Dios; pero, si es conducida por sí misma o por el diablo, caminará hacia el infierno. Cuando Satanás habla con el ser humano, es la mente demoníaca del mal hablándole al espíritu humano. Quienes le prestan atención a esa voz, ciertamente sufrirán daños.
“Porque el ocuparse de la carne [alma] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” Romanos 8:6
La Biblia dice que el destino del cuerpo es volver al polvo, de donde vino, y el destino del espíritu del hombre es regresar al Altísimo, Quien lo prestó.
“Entonces volverá el polvo a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio.” Eclesiastés 12:7
Pero… ¿y el alma? El destino del alma es escogido por cada persona, mediante las oportunidades de salvación que recibe.”
Continuará…
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Libro: Secretos y Misterios del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo