Israel en la gran tribulación (parte 2)

Durante los siglos Israel sufrió fuertes dolores de parto hasta el nacimiento del Mesías. Entonces, aconteció el arrebatamiento del Mesías, y con Él, desde el punto de vista del Plan de Salvación, el arrebatamiento de la Iglesia del Señor Jesús, pues cuando Él subió al cielo, en principio y por la fe, nosotros ya estábamos en Su cuerpo. Por eso, Dios nos resucitó y nos hizo asentar juntamente con Él «en los lugares celestiales en Cristo Jesús» (Efesios 2:6).

Entonces, ¿qué nació de Israel en el final de los tiempos? Los ciento cuarenta y cuatro mil sellados, «primicias para Dios y para el Cordero». Por eso, en cuanto al hecho de la mujer que huye, no dice nada con respecto solo a los tres años y medio de la Gran Tribulación, sino a todo el período histórico de un pueblo perseguido desde su nacimiento. Incluso así, durante toda su peregrinación, Israel nunca fue abandonado, sino al contrario, siempre fue sustentado por Dios y preservado como nación, incluso durante todo el período de la dispersión.

Cuando Israel huyó de Egipto y el dragón egipcio le persiguió para destruirlo, ya vemos un simbolismo de la persecución por el dragón rojo durante la Gran Tribulación. Y así como en aquel tiempo el Señor Dios ya había preparado un lugar en el desierto para Su pueblo, donde le protegió y le sustentó con agua y maná durante cuarenta años, también entendemos que acontecerá lo mismo con aquellos que vivan creyendo en el Señor Jesús, durante la Gran Tribulación.

«Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo» (Apocalipsis 12:7-12).

Continuará…

Si le interesa lea también: Israel en la gran tribulación (parte 1)

Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo

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