El alma (corazón) es insaciable y está irremediablemente perdida en sus búsquedas por satisfacción y placer.
La única solución es librarse de todo tipo de suciedad que atraiga al mal. Así como un sótano queda libre de insectos cuando la basura es eliminada y ya no tienen dónde esconderse o cómo alimentarse, el corazón humano queda libre del mal cuando toda inmundicia es eliminada.
Y esta limpieza tiene que ser de verdad. Por lo tanto, ni siquiera el hedor del mundo puede permanecer. Es necesario que el corazón esté perfectamente limpio, lavado, purificado y lleno de la Palabra de Dios. De lo contrario, continuará invitando a los “insectos” de este mundo podrido.
Tener la casa (alma o corazón) limpia es darle condiciones al Espíritu Santo de entrar y traer la paz, la alegría, la paciencia, la fidelidad, el dominio propio y todas las más preciosas dádivas de Dios.
Bienaventurados los de limpio corazón [vida], pues ellos verán a Dios. Mateo 5:8
Esa limpieza es una especie de baño espiritual hecho con la sangre del Señor Jesús. Solamente Él es capaz de lavar nuestro corazón y dejarlo completamente puro.
Una vez que el corazón esté limpio, la conciencia también lo estará. Esa persona tendrá el beneficio de colocar su cabeza en la almohada y dormir en paz, pues no habrá ningún tipo de acusación o peso para inquietarla.
En fin, un alma (corazón) purificada tiene a la Palabra de Dios y a Su Espíritu como su tesoro. Y de ese buen tesoro saldrán el bien y la vida:
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón [de su vida] saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca. Lucas 6:45
Ante eso, ¿cómo está su corazón?
Continuará…
Libro: Secretos y Misteriosos del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo

