Cuando cuidamos nuestra alma, aprendemos a lidiar de la forma correcta con las frustraciones, contrariedades, pérdidas y con aquello que no podemos cambiar. En este mundo, es cierto que sufriremos pérdidas, seremos traicionados, maltratados y despreciados. No hay forma de huir de esa realidad. La cuestión es tener fuerza interior, que solo el Espíritu Santo puede dar, para vencer cada revés que la vida nos dé.
Muchas enfermedades se podrían evitar si tan solo hubiera, por parte de cada uno, ese mirar sincero hacia su interior y una corrección de aquello que desagrada a Dios. Muchas personas le temen al ACV, a la diabetes, al cáncer o al Alzheimer, pero no les preocupa guardar tristeza, dar vueltas en el pasado o nutrir la bronca y el deseo de venganza dentro de sí. Cometen la mayor de todas las violencias contra sí mismas; son como suicidas, sin darse cuenta de eso.
Siendo así, reflexione: ¿acaso ese grito de dolor en su cuerpo no puede ser una alerta de que algo no va bien en su alma o de que no ha puesto su fe en acción de la manera correcta ante los problemas?
¿Quiere tener una vida abundante, o sea, una calidad de vida maravillosa? Entonces, ¡perdone a quienes le fallaron!
Coloque sus cargas y sus dolores a los pies del Señor Jesús y viva sin ansiedad o murmuración, ¡pues Él no falla al cuidar a los Suyos!
Confié en que todas las promesas de Dios son verdaderas y se cumplen en la vida de los que creen. ¡Así́ de simple!
La persona que practica la Palabra pasa por los desiertos de la vida sin desesperación, sin agonía y sin preocupación por el mañana. Vive la vida y duerme el sueño de los justos. ¿Hay algo mejor?
Continuará…
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Libro: Secretos y Misteriosos del Alma
Autor: Obispo Edir Macedo