Cuando se habla de la fidelidad, una de las preguntas que cruza en la mente de muchos es la siguiente: ¿Por qué tengo que ser diezmista? Aquellos que han tomado la decisión de ser fieles en el diezmo, están conscientes de la importancia de dar el diezmo. Pero, ¿será que esta conciencia deriva de la imposición del hombre, es una doctrina religiosa o porqué está escrito en la Palabra de Dios?
En la actualidad se está viviendo en un período donde los preceptos del anticristo están invadiendo la mente de varios, incluyendo a los frecuentadores de las iglesias, con la finalidad de contaminarlos en contra de Cristo, en otras palabras, en contra de la propia Palabra de Dios.
Pero, al escuchar hablar del diezmo, ¿esa práctica deriva del anticristo o es algo instituido por el propio Dios? La propia Palabra de Dios habla sobre el diezmo, pero ¿en contra o a favor?
Algo importante de concientizar es que cuando una persona se opone a las Sagradas Escrituras, no logrará serle fiel a Dios y, mucho menos, a Su Palabra. Tal vez piensan que están desobedeciendo a la religión o a los hombres, pero en la realidad, están desobedeciéndole a Dios.
La fidelidad de los diezmos es una ley que fue instituida por el propio Dios y no un invento del hombre. Incluso, esta práctica fue enfatizada por el propio Señor Jesús cuando estuvo como hombre en la Tierra. En las Sagradas Escrituras muestra que le fue hecha una pregunta en aquella época sobre el pago de los impuestos y Jesús dijo, “Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. (Lucas 20:25). Pero, muchos han condenado esta ley, incluso aquellos que dicen creer en la Palabra de Dios.
La Ley del Diezmo
“Diezmarás fielmente todo el producto de tu sementera, lo que rinde tu campo cada año”. (Deuteronomio 14:22)
Esta ley no está establecida sólo para aquellos que frecuentan cierta iglesia, sino para todos aquellos que quieren OBEDECER la Palabra de Dios.
Cuando hay obediencia a lo que Dios ha instituido en Su Palabra, se logra disfrutar de las promesas establecidas a los fieles, cual es el abrimiento de las ventanas de los cielos y el derramamiento de bendiciones que sobreabundarán en la vida del fiel. Pero, ¿qué pasa si las personas le critican? La pregunta a considerar es la siguiente, ¿a quién va a escuchar, a la Voz de Dios o a la opinión de los demás? ¿Le dará oídos al Espíritu de Cristo o al espíritu del anticristo? La decisión está en cada persona, ¡no en nadie más!
Dios les bendiga.

