La Biblia describe: “Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incienso de oro, y se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono”. (Apocalipsis 8:3) ¿Quiénes son los santos a los que se refiere la Palabra de Dios? Son quienes tomaron la decisión de entregar su vida a Dios, esto es, abandonaron la vida de inmundicia en que estaban para comenzar a vivir una vida en obediencia a la Palabra de Dios y así vivir en Santidad.
Quien tomó la decisión de entregar su vida a Dios y así convertirse en santo (separado para Dios), fue porque a través de un día haber escuchado la Palabra de Dios, fue convencido por el propio Espíritu Santo de lo que está escrito en Su Palabra. Eso le llevó a reconocer que es pecador y que vivía en la incredulidad por no saber la verdad. A consecuencia de eso, abandonó la vida de pecado en la que estaba y comenzó a vivir una vida en obediencia a Dios.
Es bueno esclarecer que el ser santo no significa que la persona no comete o cometerá más pecados. Todos los días nos equivocamos, incluso personas que hace referencia la biblia que fueron destacables como: profetas, patriarcas, apóstoles, María (La madre del Señor Jesús), ellos también cometieron pecados. Pero quien es santo, cuando comete un pecado, lo reconoce, lo confiesa a Dios, abandona y aborrece ese pecado. Eso muestra que hay una diferencia entre cometer un pecado y vivir en el pecado. Quien vive en el pecado, no se arrepiente y continua en la insistencia de su pecado.
Como seres humanos estamos susceptibles a cometer pecados, pero por causa de eso tenemos a quien intercede por nosotros que es el Señor Jesús. Como la biblia dice: “Si alguien peca, nosotros tenemos un abogado junto al padre y la sangre de Jesús, nos lava y nos purifica de todo pecado”. (1 Juan 2:1). El Señor Jesús fue el único que vivió en este mundo sin haber cometido ningún pecado. Y a causa de eso Él se convirtió en nuestro Señor y Salvador. Sólo, Él puede interceder por nosotros y nadie más.
Quien vive en santidad, tiene comunión con Dios y eso le lleva a vivir por la fe. Esa relación que tiene con Él le lleva a obedecer y a colocar en práctica Su Palabra, eso le convierte en santo. “Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones de los Santos Y el ángel tomó el incensario, lo llenó con el fuego del altar y lo arrojó a la tierra, y hubo truenos, ruidos, relámpagos y un terremoto”. (Apocalipsis 8:4-5). Ser santo es primordial para todo aquel que quiere su salvación y quiere vivir una vida recta delante de Dios, pero si usted quiere que sus oraciones sean respondidas y ser prospero; su fe tiene que ser genuina y no una fe emotiva. ¿A qué me refiero? Leamos el siguiente versículo bíblico: “Examínese para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin duda saben que Jesucristo está entre ustedes; de no ser así, ustedes han reprobado el examen de la fe genuina”. (2 Corintios 13:5).
Quien tiene una fe genuina, no se mueve por la fe de otros, se mueve por su propia fe. Cuando la fe es genuina se tiene la seguridad de que aún enfrentando lo que se encuentre enfrentando, permanecerá en la fe y prosperará, porque se ha actuado de acuerdo a la Palabra de Dios y no por la fe de otros. Un ejemplo en relación a la fe genuina fue lo que aconteció el año pasado, en relación al COVID-19. ¿Cuántas iglesias cerraron?, pero mi fe no me permitía aceptar esa situación. Sabía que corría un gran riesgo, pero no acepté y se luchó porque las iglesias permanecieran abiertas. En ese trayecto, caí gravemente enfermo, pero en ningún momento cuestioné a Dios, ¿por qué? Porque tengo una relación con Dios y eso me hizo seguir creyendo, vivir por la fe y mantenerme en la fe. La fe genuina es la que me ha hecho seguir viviendo por la fe.
Si usted quiere ver la grandeza de Dios en su vida, busque tener el Espíritu Santo, eso le llevará a lo primordial que es su salvación, pero también si usted quiere que Dios lo use cada día más y ser testimonio de Sus grandezas, examine cómo está su fe, si ella ha sido emotiva o genuina. A partir de que usted tiene una fe genuina, usted no vivirá para agradar a otros, pero si para agradar a Dios, como dice en Su Palabra: Si dos caminan juntos, es porque están de acuerdo (Amos 3:3). Su fe estará de acuerdo con la Palabra de Dios y eso le llevará a ser santo y a tener una fe genuina.
Dios les bendiga.