Lo que Está Escrito

¿Por qué declaramos lo que está escrito?

Cuando el Señor Jesús fue tentado por el maligno, usó la Palabra para defender Su fe y Su misión de salvación. De la misma manera, cada vez que enfrentemos momentos difíciles, debemos defender nuestra fe y nuestra salvación con lo que está escrito. Por eso es tan importante meditar en la Palabra en todo momento que sea posible. Así, cuando llegue la dificultad, la tentación, el miedo o la duda, podremos rechazar esos sentimientos porque conocemos lo que está escrito y lo que ha sido prometido.

El poder de Dios se manifiesta en nuestra vida cuando declaramos con fe lo que dice Su Palabra.

La Escritura nos enseña: “Por tanto, no os preocupéis, diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿qué beberemos?’ o ‘¿con qué nos vestiremos?’ Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas ellas” (Mateo 6:31–32).

¿Quiénes son los gentiles?

Según este versículo, los gentiles eran todos aquellos que no creían en Dios. Muchos hoy en día desacreditan el poder de Dios porque no lo conocen. Y como no lo conocen, piensan que Él es indiferente a nuestras necesidades. Pero Dios sí sabe todo lo que uno está atravesando.

Y es ahí donde surge la pregunta:

¿Por qué Él permite que pasemos por dificultades?

Porque Él desea que pongamos nuestra fe en práctica y actuemos conforme a ella. Eso significa confiar en Él, en Su Palabra, en Su carácter y en Sus promesas. Pero debe quedar claro: tener fe no significa que no enfrentaremos situaciones difíciles, críticas o contrarias. Sin embargo, debemos recordar que todo lo venceremos si usamos la fe y confiamos en Él. Esa es la fe viva, obrada por el Espíritu Santo.

Sigue: “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

¿Qué significa buscar primero el Reino y la justicia de Dios?

Significa que, desde el momento en que uno entrega su vida al Señor Jesús y lo reconoce como su Señor y Salvador, empieza a vivir por la fe en Él. Ya no se vive como antes: en la incredulidad, en la dependencia de una religión, una iglesia o una figura humana. Cuando uno busca el Reino, su única dependencia es de Él, del Dios de la Biblia.

Eso es tener un pacto, una alianza con el Señor. Cuando entramos en ese pacto, comenzamos a vivir la vida del Reino.

Piense en estos ejemplos: Cuando uno vive en cualquier país y respeta las leyes, sabe que vivirá en paz. Si uno cumple con las reglas en el trabajo y hace bien su labor, probablemente recibirá un ascenso o reconocimiento. Ambos casos demuestran que seguir principios correctos lleva a una vida más estable.

Pero si uno no sigue las leyes, puede terminar arrestado. Y si no cumple con las normas en el trabajo, seguramente será despedido.

La vida espiritual es igual.

Uno vive dentro del Reino de Dios, donde Él es el Rey. Cuando ese Reino entra en una persona, ella comienza a ser gobernada por el Espíritu Santo. Pero para que esto ocurra, debe meditar en la Palabra, para que Dios mismo le instruya. Entonces, lo malo comienza a ser abandonado. Se deja a un lado la voluntad propia para hacer la voluntad de Dios. Porque uno entiende que lo de Dios es mucho más grande que los sueños personales.

¿Está usted dispuesto a dejar sus planes para abrazar la voluntad del Rey?

Cuando una persona decide bautizarse en agua, sucede lo que está escrito: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:4)

Muchas veces cambiamos ciertos hábitos o costumbres, pero el interior sigue igual. Y ahí está el verdadero problema.

La Palabra dice: “Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, como los demás” (Efesios 2:3).

Pero esto lleva a una pregunta personal y profunda: ¿Cambió usted realmente su conducta después de bautizarse… o sigue siendo el mismo?

Desafortunadamente, muchos alimentan pensamientos contrarios a los de Dios. Es natural que surjan malos pensamientos—momentos de injusticia, recuerdos que provocan rabia… pero es en ese momento cuando uno decide:

¿Voy a alimentar esos pensamientos… o me alimentaré de lo que viene de Dios?

Por más enojo o deseo de justicia que tengamos, si no viene de Dios, no traerá paz.

La verdadera justicia nace de la fe que viene por la Palabra. Cuando uno aprende a hablar como Jesús, frente a la dificultad, declara: “Está escrito…”

Alimente su fe. Acérquese más a Dios meditando en Su Palabra. Así podrá vivir una vida plena con Él—una vida que lo vence todo por medio de Cristo Jesús.

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