La fe consciente

¿Alguna vez sentiste que tu vida tenía sentido, pero ante una dificultad o injusticia perdiste las fuerzas más rápido de lo que esperabas?

Todo lo que hablamos tiene poder. Por eso, cuando escuchamos o decimos cualquier cosa, debemos tener cuidado. La Palabra de Dios nos enseña sobre este poder y sobre el poder que tiene Su Palabra. En la Biblia no solo encontramos a Dios hablando, sino también al mal. Cuando Dios nos habla a través de Su Palabra, siempre viene acompañada de Su poder y Su Espíritu.

Por esta razón, el libro de Job nos invita a reflexionar: ¿Qué espíritu habla por ti? En otras palabras, ¿a que voz prestas atención?

La meta es recibir siempre revelación, y no simplemente información, porque el poder de Dios nos da espíritu y revelación. Cuando uno está concentrado en la fe, recibe ese espíritu.

Ahora bien, ¿cómo podemos estar seguros de que estamos recibiendo este espíritu?

La Palabra nos enseña así: “Por la fe entendemos…” (Hebreos 11:3).

Esto se puede observar, por ejemplo, cuando alguien da un testimonio y la persona que lo escuchó no entendió nada. Si no entendió o no recibió ningún tipo de revelación, es porque la fe sobrenatural no fue despertada en ella y solo actuó por fe natural.

Sí, es posible que uno reciba algo por la fe natural, pero lo que se recibe de esa manera solo será natural, porque está conforme al nivel de esa fe. Muchos que asisten a la iglesia en este momento solo han recibido lo natural. Es decir, sus vidas están incompletas en muchos aspectos. Este tipo de persona puede tener testimonio de algunas cosas y de otras no. Incluso hay quienes han recibido muchas cosas, pero son tan pequeñas y limitadas que no reflejan la grandeza de Dios.

Las promesas de Él no tienen límites. Si uno investiga, encontrará que la Palabra contiene más de ocho mil promesas. Si meditamos en el libro de Filipenses, vemos que todo lo que vivimos cuando estamos en Cristo es poderoso y siempre será infinitamente más grande de lo que uno pueda imaginar. Y es eso lo que uno debe buscar siempre: no permitir que sus emociones bloqueen o se mezclen con esta fe.

Cuando uno permite que la fe se mezcle con sus emociones, es cuando esa fe no llega a ser sobrenatural, porque uno solo busca resolver dificultades y problemas, y se olvida de seguir persiguiendo las promesas. Uno no debe permitir que sus dificultades se hagan más grandes que la fe, porque ante la Palabra y ante Dios, esas dificultades son pequeñas.

Regresamos a la Palabra: “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles” (Hebreos 11:3).

Entonces, la Palabra nos muestra que uno no debe enfocarse en lo natural, sino en lo sobrenatural. Esto también nos enseña que no debemos hacer nada en la fe sin entender, porque la fe es consciente. Para que uno reciba los milagros extraordinarios que forman parte de la promesa, debe entender y ser consciente en la fe.

Si uno no entiende la fe, es como tener un maestro que quiere enseñarle algo, esperando que uno ya sepa lo que va a estudiar, sin haberlo entendido antes.

¿Cómo va a poder uno obtener una fe sobrenatural si no la entiende primero, o no sabe cómo usarla?

Ahí se demuestra la importancia de asistir a la iglesia: porque es ahí donde uno viene a aprender sobre la fe para poder entenderla. También porque es necesario meditar, para recibir dirección, claridad y revelación que le permitan vivir una fe consciente, firme y sobrenatural.

Busque lo que viene de lo alto, lo que solo puede ser entendido por medio de la fe.

Porque una fe guiada por Él, con el entendimiento de Su Espíritu… es una fe que nunca cae.

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