La meta firme

¿Será que seguimos planes firmes para lograr nuestras metas?

Todos tenemos metas para el futuro y queremos que nuestros planes tengan éxito. Sin embargo, a veces, aunque los calculemos bien, esos planes fallan. Con el tiempo, lo vemos como un fracaso y nos frustramos con nuestra vida. Incluso, la dirección de nuestra vida empieza a molestarnos tanto que pensamos que todo lo que hacemos nos llevará al fracaso.

Es allí donde surge la pregunta: ¿Y si los planes que llevábamos no eran realmente para nosotros?

Muchas veces nos aferramos a planes sin darnos cuenta de que hay algo mejor y mucho más grande. La Biblia nos enseña más sobre este tema así:

“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros —declara el Señor— planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza. Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón. Me dejaré hallar de vosotros —declara el Señor— y restauraré vuestro bienestar” (Jeremías 29:11-14).

En la primera parte del versículo, Dios afirma que conoce perfectamente el propósito que tiene preparado para nosotros. Esto significa que, mientras sigamos ese plan, aunque no lo comprendamos del todo, existe una intención clara y un camino pensado para alcanzar buenos resultados.

En otras palabras, los planes de Dios no traen frustración ni fracaso.

¿Qué exactamente traen Sus planes?

“Planes de bienestar y no de calamidad”: Esto significa que Sus planes solo buscan darnos lo bueno, y no destrucción o, mejor dicho, fracaso. La comparación entre bienestar y calamidad también nos da a entender que tendremos paz en medio de situaciones difíciles o que parecen inseguras para nuestra humanidad. Esto nos recuerda que Dios no es causante de nuestro mal, sino quien trabaja para nuestro beneficio eterno.

En la Biblia, “futuro” y “esperanza” suelen referirse a la vida eterna, pero aquí habla de la firmeza que Dios quiere que tengamos y de la seguridad en el futuro que Él nos ha prometido. Esta seguridad nos motiva a crecer en confianza (fe), aun cuando no vemos resultados inmediatos.

“Me invocaréis… y yo os escucharé”: Estas palabras muestran que el Señor nos invita a hablarle de forma directa y sincera. No es un acto religioso vacío, sino una conversación real con un Padre que escucha.

¿De qué modo encontramos a Dios?

Cuando se habla de tener un encuentro con Dios, no se trata de una cuestión de suerte, sino de buscarlo con entrega total y sinceridad. Es decir, no debemos buscarlo a medias, sino con todo nuestro ser, porque Él nos da Su todo a cambio de nuestro todo.

Desafortunadamente, hay personas, dentro y fuera de la iglesia, que tienen un problema en este punto. Creen que lo han buscado con todo, pero en realidad ponen condiciones a su entrega. Y no es así: el único que pone la condición es Él. Por eso se repite: es nuestro todo por Su todo. Nuestros planes no se pueden comparar con los Suyos, y modificarlos no significa estar en el plan de Dios.

“Me dejaré hallar de vosotros —declara el Señor— y restauraré vuestro bienestar”.

Según la Biblia, Dios permite que todos aquellos que lo buscan con entrega y sinceridad lo encuentren. Este encuentro restaura el espíritu, las emociones y el cuerpo. Para Dios no importan nuestros errores o caídas; Él quiere que tengamos paz, firmeza, propósito y alegría. Pero eso solo se puede recibir cuando uno acepta el camino que Dios ya tiene preparado.

Tiene que ver con confiar totalmente en Él y en Sus planes.

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