¿Qué significa reconocer un error?
Admitir cuando nos equivocamos, muchas veces, puede parecer una debilidad para el ser humano. A nadie le gusta equivocarse; todos queremos mantener la idea de que somos lo suficientemente competentes como para no cometer errores. Muchas veces nos aferramos a lo que creemos para ignorar la verdad que lo contradice.
Sin embargo, todos tenemos que pasar por estos momentos de equivocación para darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal.
La Biblia nos enseña sobre este tema así:
“En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo” (Isaías 6:1).


¿Por qué se menciona la muerte de Uzías?
Cuando ocurrió esta historia, Isaías aún no era profeta. La muerte del rey Uzías marcó un tiempo de transición e inseguridad para Israel. También reflejaba una separación entre Dios e Isaías. No era que Dios lo hubiera abandonado; era Isaías quien no tenía comunión con Él.


Isaías sufría la muerte de su amigo, el rey Uzías, y ese dolor lo hacía sentirse apartado.
Es en medio del dolor cuando más nos acercamos a Dios. Por eso, Él le mostró a Isaías la diferencia entre un rey humano y el verdadero Rey.

¿Cómo se entiende que Isaías no tenía comunión?
“Por encima de Él había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban” (Isaías 6:2).


Se entiende a través de las visiones que tuvo.
El trono alto y sublime representa la presencia de Dios; el manto que llenaba el templo simboliza Su gloria cubriéndolo todo. Estas eran señales de que Isaías estaba por tener una experiencia con Él.
Los serafines mostraban con sus alas tres verdades:
- Cubrir el rostro: reverencia (respeto a lo sagrado).
- Cubrir los pies: humildad y reconocimiento.
- Volar: disposición a obedecer.
Antes, estas visiones explicaban lo que debíamos hacer para acercarnos a Dios. Hoy, vemos Su gloria a través de la Biblia.
Esto era lo que a Isaías le faltaba en su fe (confianza).

El reconocimiento
Isaías exclamó:
“¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos, y en medio de un pueblo de labios inmundos habito…” (Isaías 6:5).


Al ver la gloria de Dios, reconoció sus errores.
“Porque perdido estoy” significa que sabía que estaba lejos de Dios, un lugar donde muchos están hoy y donde otros estuvieron antes de encontrarlo.
“Labios inmundos” no solo hablaban de lo que decía, sino de todo su ser, porque lo que decimos refleja el corazón. Muchos fallamos en esto por no tener aún un corazón limpio delante del Señor.
“Habitar entre un pueblo de labios inmundos” muestra que todo Israel estaba contaminado espiritualmente. Hoy pasa igual: la sociedad dicta lo que parece bueno, pero solo Dios define lo que es verdaderamente bueno.

La convicción
Al reconocerlo, nació en él la convicción: la certeza de lo que creía.
“…han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos” (Isaías 6:5).


Isaías declaró: “He visto al Rey”. Aunque nadie puede ver a Dios y vivir (Éxodo 33:20), lo dijo con fe (confianza).
Con todo esto dicho, los errores de Isaías eran no conocer la gloria de Dios, no tener comunión y no obedecer Su Palabra. Solo cuando se entregó y tuvo un encuentro con Él pudo reconocerlo verdaderamente.

Reflexión: ¿Hemos tenido un encuentro así para reconocer nuestros propios errores?