Lo Que Cambia la Vida

¿Cómo puede entrar algo extremadamente positivo y bueno en su vida, y uno seguir igual?

Cuando se habla de religiosidad, se hace referencia a las acciones externas y visibles de una religión. Pero también puede mostrarse en la actitud, cuando hacemos las cosas solo por cumplir, de forma superficial o automática. Actuar así no refleja sinceridad ni una verdadera conexión o fe interior.

Un ejemplo práctico es cuando una persona encuentra a la pareja con la que se va a casar, porque, aunque no quiera, su vida debe cambiar. Vivirá con su pareja, se comunicará, compartirá comidas, salidas y aprenderá a entenderse de una manera más profunda que en el noviazgo, antes del matrimonio.

En otras palabras, no se trata solo de cumplir, sino de tener una conexión íntima; de lo contrario, lo dejan a uno.

Es ahí donde entra el ejemplo de Ana, que se encuentra en la Biblia. La enseñanza dice así:

“Pero Ana se levantó después de haber comido y bebido en Silo, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en la silla junto al poste de la puerta del templo del Señor, ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente. E hizo voto y dijo: Oh Señor de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida, y nunca pasará navaja sobre su cabeza” (1 Samuel 1:9-11).

Ana era una mujer estéril que llevó años viviendo —o mejor dicho— practicando su fe de manera religiosa. La forma en que practicaba su religión dependía únicamente de lo que los sacerdotes le decían que debía hacer para cumplir, pero Ana nunca ponía de su parte.

Es decir, Ana no tenía una conexión íntima con Dios.

Sin embargo, en la ocasión de este versículo no fue así con ella. De su angustia y amargura nació una convicción: orar, no por lo que le decían los hombres (sacerdotes), sino porque ella quería una respuesta. Por eso, en ese momento, Ana hizo un voto con Dios. Le dijo que su primer hijo sería para Él, y como resultado, quedó embarazada de Samuel.

Todos tenemos una decisión que tomar, al igual que Ana.

El cambio ocurre cuando uno decide, confía y cree. Pero si no se toma esa decisión, la bendición nunca llegará.

En conclusión, la salvación está disponible para todos, pero pocos son los que se posicionan, como Ana, para recibirla. Dicho esto, no permita que Dios entre en su vida y usted solo esté ahí sin que nada cambie. Posiciónese y crea una conexión íntima con Él, para que reciba la bendición completa que es el Espíritu Santo.

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