Levantar la copa

¿Por qué hay gente que tiene sueños de cumplir algo, pero nunca los alcanza?

Hay gente que se levanta todos los días para cumplir algún tipo de meta. Es más, han calculado todo y están seguros de que esa meta los va a llevar a alcanzar cosas grandes. Pero, aun así, no logran cumplir nada. Se esfuerzan una y otra vez, pero el resultado nunca llega.

Lo más triste es que, a veces, el logro de la meta puede parecer incluso garantizado o prometido, como si el éxito estuviera asegurado, y aun así nada sucede.

¿Por qué muchos no están alcanzando lo que está prometido, o mejor dicho, lo que está garantizado?

La Biblia nos enseña así:

“Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39).

Un sueño comienza con nuestros pensamientos; se podría decir que la vida está determinada por ellos. Por ejemplo, la persona que creó el carro tuvo un sueño: quería llegar más rápido de un punto a otro. Esa persona se puso a pensar cómo construir un carro hasta que lo logró. En otras palabras, el carro fue el resultado de los pensamientos.

¿Por qué es importante entender el poder de los pensamientos?

Porque muchos estamos atrapados en una caja de pensamientos de nuestros padres, amigos y hasta de nosotros mismos. Pensamientos o ideas que son solo humanos.

Es ahí donde está la razón por la cual no tenemos éxito: no usamos uno de los regalos más preciosos que tenemos, el poder de pensar con los pensamientos de Dios.

En el versículo, el Señor Jesús está pasando un momento de angustia, pero no permite que sus pensamientos humanos se sometan a esa emoción. Lo que vemos en la primera parte del versículo es que Él se aparta de los discípulos, es decir, se separa de lo humano. Sí, los discípulos eran de Dios, pero sus pensamientos no.

Al separarse, vemos que Él hace su oración y se humilla ante Dios Padre para asegurarse de estar completamente en Su voluntad. Jesús no estaba enfrentando la situación con miedo, sino con honestidad; por eso quería estar seguro. Tampoco tenía duda de Su misión: Él sabía lo que estaba prometido.

Levantar la copa aquí significa sacrificio y negarse a la propia voluntad. En este ejemplo del Señor Jesús vemos por qué muchos no están alcanzando lo prometido: porque no quieren levantar la copa de Dios, sino la de su propia voluntad y pensamientos. Aunque sigan fallando, sufriendo y sin alcanzar lo prometido, muchos continúan igual, porque no tienen el verdadero deseo de levantar la copa conforme a la voluntad de Dios — la única que nos lleva al éxito más grande: tener al Espíritu Santo y ser verdaderamente prósperos en todo.

Pero tenemos que aprender a separarnos y tener esta comunión con Dios para hacer Su voluntad y ser prósperos.

Con todo esto dicho, les sugiero que observen, miren a su alrededor y se pregunten: ¿Será que estoy siendo movido solo por mis pensamientos o por los de Dios?

No se queden atrapados en sus pensamientos humanos; sigan los pensamientos de Dios para alcanzar el verdadero éxito.

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