¿Es posible que el valor humano esté siendo tratado como algo a la venta?
¿Nunca ha escuchado la frase: “el mal nunca deja de trabajar”?
El mal siempre está dispuesto, implacable, estratégico y sutil para convencernos.
No grita; actúa murmurando.
Tampoco obliga; sugiere.
Y siempre ataca el mismo lugar: la mente.
El mal trata nuestra alma como si estuviera de venta en todo momento y, muchas veces, quiere hacernos sentir como si no tuviéramos valor, como si fuéramos un guante que cualquiera se puede poner.
Pero, ¿será que nosotros lo estamos dejando muy fácil y nos enamoramos muy fácilmente de ese brillo falso que el mal nos promete?
El mal nos dice:
¿Te sientes con dolor? Toma esto, te hará sentir mejor.
Solo esta vez, nadie va a saber.
Tómalo, es lo que mereces.
No está tan mal.
El mal te repite:
Eres débil.
Estás solo.
Esto no puede cambiar… tú no puedes cambiar.
No tienes valor.
El mal siempre va a querer agradar para quitarlo todo, y viene de muchas maneras para tratar de humillarnos.
Ahí está la pregunta: ¿A cambio de qué te vendiste?
Un momento. Algo pasajero. Algo que después no valía la pena.
Por eso la Biblia nos enseña así: “¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?” (Marcos 8:36–37)
Jesús aquí nos está diciendo que nada puede comprar, reemplazar ni igualar el valor del alma. Debemos guardar esto en nosotros, porque de ahí entendemos cuán valiosa es.
Por eso el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos advirtió así sobre el bien:
“No deje que el mal le gane; venza el mal haciendo el bien” (Romanos 12:21).
Es decir, el mal se vence haciendo el bien.
“No nos cansemos de hacer el bien…
Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos…” (Gálatas 6:9–10).
Y no debemos cansarnos de hacer el bien ni de tomar cada oportunidad para hacerlo. Porque recuerde: el mal nunca se cansa.
Con esa misma inspiración, cada semana el proyecto Ángeles de la Noche sale a hacer el bien. Se lleva comida, ropa, oración y, lo más importante, una palabra de fe al prójimo caído. Todos los participantes salen más que bendecidos.
Si vive en Los Ángeles y desea que visitemos a alguien, o quiere participar de esta fe, acompáñenos en los servicios en 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057, o en la Iglesia Universal más cercana.
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