¿Por qué tan pocas personas logran disfrutar lo que se les promete?
En general, los seres humanos somos muy distraídos porque, de manera natural, fuimos hechos con el instinto de sobrevivir. Esto hace que solo podamos enfocarnos bien en una tarea o meta a la vez. Sí, podemos hacer varias cosas al mismo tiempo, pero eso disminuye la precisión y el enfoque.
Ahí está el punto: muchos perdemos la precisión y el enfoque en la meta principal y, por esa razón, desafortunadamente fracasamos. Nos distraemos con cosas que no valen la pena, dejando a un lado lo que se nos prometió.
Por eso la Biblia dice así:
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20).
Según este versículo, Dios puede actuar en cualquier área de nuestra vida y no hay situación demasiado difícil para Él. Pero más que solo actuar, Él nos da en sobreabundancia, más de lo que pedimos. Dios no está limitado por nuestro entendimiento, ni por nuestra imaginación, ni siquiera cuando no sabemos orar o no comprendemos el proceso de la fe.
Ahí está la pregunta: si Dios no está limitado por nada, ¿por qué no estamos viviendo la vida prometida?
La Biblia también nos enseña así:
“Algunos de los líderes de Israel se acercaron a mí y se sentaron conmigo. Entonces vino a mí el mensaje de Dios:
‘Hijo de hombre, estas personas han instalado ídolos en su corazón. Han abrazado la maldad que va a destruirlos. ¿Por qué habría Yo siquiera de escuchar sus oraciones?’
Por lo tanto, diles: ‘Así dice Dios, el Señor: Todos en Israel que instalan ídolos en su corazón y abrazan la maldad que los destruirá, y aun así tienen el atrevimiento de venir a un profeta, sepan que Yo, Dios, intervendré y les responderé personalmente conforme a la multitud de sus ídolos.
Estoy listo para trabajar en el corazón de la casa de Israel, todos los que me han abandonado por sus ídolos’” (Ezequiel 14:1–5).
Aquí, Dios le estaba hablando a Israel, pero hoy le habla al nuevo Israel: nosotros, los creyentes.
Esos ídolos que guardamos en el corazón no son solo estatuas u objetos.
Los ídolos del corazón son todas aquellas cosas que nos distraen y nos alejan de Dios.
Por ejemplo, a veces convertimos en ídolo nuestro propio problema o el trauma que vivimos. Nos quedamos atrapados en ese punto, tratando solo de sobrevivir la tragedia o los sentimientos que no logramos soltar.
Es como cuando alguien muere: es triste, porque uno ya no volverá a ver a esa persona que amaba. Pero también hay historias de personas que, aun después de años, siguen en la misma emoción, como si el fallecimiento hubiera ocurrido ayer. Es decir, uno se queda instalado en esa emoción o en ese trauma.
Pero Dios nos está esperando para trabajar en nuestro corazón. Solo tenemos que creer en Él y abandonar cualquier ídolo que esté por encima de Dios y de Su poder.
Dicho esto, les sugiero que se analicen y observen dónde está su verdadero enfoque, o si se están distrayendo. Porque muchos no están viviendo lo prometido ni buscándolo, ya que le dan más atención al problema… y terminan viviendo para él también.
Las promesas de Dios siguen vigentes; el enfoque del corazón decide si las vivimos.
Reflexione: ¿cuál es su verdadero enfoque?

