La biblia describe: “Entonces Jacob se despertó del sueño y dijo: «¡Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo ni me di cuenta! pero también tuvo temor y dijo: «¡Qué temible es este lugar! No es ni más ni menos que la casa de Dios, ¡la puerta misma del cielo!”. Génesis 28:16-17. Cuando la biblia hace referencia a la palabra temor, no se está refiriendo a tener miedo a Dios, sino a la reverencia que se debe tener hacia Él. Jacob tuvo la revelación que el lugar donde él se encontraba era la Casa de Dios y por lo consecutivo era la Puerta del Cielo.
Sólo a través de Dios se puede recibir esta revelación y a Jacob le fue revelado por la siguiente razón que nos muestra las Sagradas Escrituras: “Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos”. Juan 10:9. Quien entra por la Puerta que es el Señor Jesús, es porque a logrado su salvación y por lo consiguiente su comportamiento es el de un salvo, porque tiene una relación de fe con el Señor Jesús. Su manera de pensar (mente) y sentir (corazón) cambian, al tener la mente de Cristo, como lo declara el libro de 1 Corintios 2:15-16. Las palabras que transmite son de fe y principalmente vive por la fe. Esa fe, solo le pudo haber sido revelada por el Espíritu Santo y eso sucedió por su entrega hacia el Señor Jesús.
Jacob era nieto de Abraham, hijo de Isaac, ambos eran hombres de Dios. Aún Jacob sabiendo de los testimonios que tanto su abuelo como su padre tenían, él no había decidido vivir por la fe y eso era porque él no había tenido una experiencia con Dios. Pero, cuando la tuvo, él tomó una decisión: “A la mañana siguiente, Jacob despertó muy temprano y erigió como columna conmemorativa la piedra en la que había reposado la cabeza y después derramó aceite de oliva sobre ella”. Génesis 28:18. Dios Padre, le habló, después el hijo se manifestó, representado por la puerta, que es la Puerta del Cielo. A través de derramar, el aceite de oliva, el cual simboliza el Espíritu Santo, que es la manifestación de la Santísima Trinidad. La Piedra representa el altar y Jacob puso su vida en el altar.
“Llamó a aquel lugar Betel (que significa «casa de Dios»), aunque antes se llamaba Luz. Luego Jacob hizo el siguiente voto: «Si Dios en verdad está conmigo y me protege en este viaje, y si él me provee de comida y de ropa. Y si yo regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor ciertamente será mi Dios. Y esta piedra que levanté como columna conmemorativa será un lugar de adoración a Dios, y yo le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé”. Génesis 28:19,22. Jacob ya había presentado su ofrenda, la cual representaba el aceite, también reconoció que debería devolver a Dios lo que a Él le pertenece que era la décima parte. Pero, Jacob sólo pudo actuar de esa manera, porque le fue revelado y eso sólo sucedió por su entrega total hacia Dios.
Cuando uno recibe esta revelación de que Jesús es el único Señor y Dios; y que sólo a través de Él se recibe la salvación del alma, se comienza a vivir una vida victoriosa. Eso no significa que no se enfrenten problemas, pero Él nos muestra en Juan 10:9, que a través de Él somos salvos, libres y encontraremos nuevos pastos. Todo eso no va a suceder de forma automática, pero al entrar por la Puerta que es Él, es que todo cambia al vivir por la fe.
Dios le reveló a Pedro lo siguiente: “Ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará”. Mateo 16:18. Esta Piedra también es una fe revelada por el Espíritu Santo, que nos hace vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. En aquel tiempo no había iglesias, las personas se congregaban en las casas. La primera iglesia fue inaugurada en el día del Pentecostés, cuando hubo el derramamiento del Espíritu Santo.
Una de las cosas que la fe pide, es que la persona se congregue, que este en la Casa de Dios, porque ella es el símbolo de la Puerta del Cielo. Es en la casa de Dios, donde a través de las oraciones y orientaciones que usted busca acercarse más a Él, aunque aclarando y teniendo la consciencia de que no es la iglesia que salva a una persona, pero, si ella cada que viene lo hace con una entrega total, ella está luchando para que su fe se mantenga y su alma sea salva. Cada vez que usted viene a la Casa de Dios (iglesia) y escucha la Palabra de Dios, su fe aumenta y se fortalece. Porque la Palabra que se escucha, despierta su fe, para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Cuando uno se convierte en una mujer o hombre de Dios es a través de la entrega que se tuvo hacia el Señor Jesús y es así que uno se torna en la propia iglesia. Esto no quiere decir que uno tiene que abandonar la iglesia física, porque el lugar donde la persona se tornó en una iglesia espiritual fue en una iglesia física. Cuando la persona es de Dios, ella recibe la revelación por el Espíritu Santo que el Señor Jesús es la Puerta del Cielo, por lo tanto, ella no se guía por las opiniones, sino por lo que está escrito en la Palabra de Dios y sus decisiones no están basadas en la fe de otros, sino ella manifiesta su propia fe, según su creer.
Esta es la revelación de Dios para su vida, la Puerta del Cielo es el Señor Jesús y si usted decide entregarse a Él por completo, usted logrará lo primordial que es su salvación y en usted nacerá el querer de que otros también sean salvos. Si usted toma esta decisión es por lo consiguiente que Él le dará la seguridad de que conquistará lo que Él promete en Su Palabra y no habrá miedo, porque usted sabe que el Espíritu Santo le sostendrá, le librará y le guiará a la victoria.
Dios les bendiga.