La guerra que ocurre dentro de nosotros (parte 1)

Tenemos una guerra declarada contra el diablo del lado de afuera de nuestro cuerpo: problemas externos, persecuciones, calumnias y todo lo demás que él provoca. Pero combatimos también otra guerra, que pasa dentro de nosotros. La carne intenta arrastrarnos en dirección al pecado, mientras el Espíritu quiere conducirnos a la obediencia a Dios. En esta batalla, el hombre puede, si quiere, vencer sus inclinaciones y sus malos deseos. Está en su poder entregarse al pecado o al Espíritu Santo, que le da fuerzas para resistir a cualquier tentación del mal.

Nadie es guardado de este conflicto, pero aquellos que nacieron de Dios son los que viven esta guerra de forma más intensa, pues poseen las dos naturalezas dentro de sí: la espiritual versus la carnal. Eso quiere decir que la nueva naturaleza, regenerada y santificada, se opone a la naturaleza humana que quiere agradar a los impulsos carnales. Es una lucha que dura toda la vida, por eso, mientras estemos aquí, tendremos que pelear para mantener encendida la llama de la fe, del temor y de la obediencia al Altísimo. Incluso el apóstol Pablo, uno de los que tuvo más comunión con Dios, al punto de conocer el “tercer Cielo”, nos reveló que tenía dentro de sí un gran conflicto contra su carne (Romanos 7:22-25).

El secreto fundamental para vencer la guerra contra la carne es ser guiado por el Espíritu porque, de esa manera, jamás satisfaremos a los deseos de nuestra carne ni seremos engañados por nuestro corazón y por sentimientos mentirosos. Esta es la regla de oro para, día a día, vencernos a nosotros mismos.

Entonces, para mantenernos dentro del Reino de Dios, es necesario vigilar constantemente. Pienso que es como andar por el filo de una navaja: cualquier inclinación contraria a la voluntad de Dios puede resultar en muerte y, en el sentido espiritual, en muerte eterna. Pablo les muestra justamente eso a los gálatas:

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.

Gálatas 5:17

La Salvación es conquistada por la gracia, pero exige de nuestra parte el mantenimiento de la vida espiritual. Porque la Salvación no fue conquistada gratuitamente por el Señor Jesús, sino que costó Su propia Sangre.

El viejo y el nuevo hombre están en choque todos los días, pero el cristiano solo logra atender la Voz de Dios si anda en el Espíritu y deja que Él lo controle. Dios nunca quiso tener hijos marionetas; por eso, desde el comienzo, deseó tener comunión con los seres que Lo aman y Lo buscan con sinceridad. Por no ser un dictador, Dios nos concedió la libertad de elegir entre gratificar a la carne o al Espíritu, según nuestra propia voluntad. Pero, después de eso, viene la consecuencia de esa elección, pues no hay cómo mantener al Espíritu Santo en nosotros si no queremos vivir como Él quiere.

Continuara…

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