¿Será que tenemos el deseo de vencer o nos estamos conformando con fracasar?
Todos, en un momento u otro, vamos a pasar por una lucha o dificultad. Pero la manera en que reaccionemos determinará si podremos superar la situación o quedarnos estancados. Por eso, en esos momentos es cuando debemos parar todo y meditar en la Biblia. Cuando hablamos de fe (confianza), hablamos de crecer en lo que uno cree. Porque hay una gran diferencia entre los problemas que atravesamos y el enfrentar una prueba.

¿Qué es una prueba?

En la Biblia, la prueba no es simplemente un problema o dificultad, sino una oportunidad para demostrar la confianza en Dios y crecer espiritualmente. La prueba es un propósito de Dios para fortalecer la fe, purificar el corazón y producir obediencia.
Pero ahí está el detalle: para vencer debemos saber cómo reaccionar con fe (confianza). Por eso la Biblia habla de este tema así:
“Y hubo hambre en la tierra, además del hambre anterior que había ocurrido durante los días de Abraham. Y se fue Isaac a Gerar, a Abimelec, rey de los filisteos. Y se le apareció el Señor, y dijo: No desciendas a Egipto; quédate en la tierra que yo te diré” (Génesis 26: 1-2).


Este pasaje nos recuerda algo clave: las crisis no son nuevas. Lo que había pasado con Abraham ahora estaba sucediendo con Isaac. Y lo mismo ocurre hoy: los problemas de la generación pasada muchas veces se repiten en la nueva. Pero aquí el texto nos da una clave más profunda: cuando Dios permite este tipo de prueba es porque hay una necesidad de crecer espiritualmente.

En el caso de Isaac, al igual que su papá Abraham, primero buscaba otras alternativas antes de consultar con Dios. Y ahí es donde Dios interviene directamente:
“Y se le apareció el Señor.”
En los tiempos antiguos, el Señor se revelaba de esta manera o a través de visiones. Hoy en día, nosotros tenemos Su Palabra (la Biblia) para escucharlo. Lo interesante es que, aunque Egipto era la salida más lógica para conseguir alimentos, Dios ordenó lo contrario. Esto nos enseña que lo más fácil no siempre es lo que está en la voluntad de Dios.


¿Qué significa el “quédate”?
El “quédate” no era solo una orden momentánea, sino un llamado a permanecer. Significaba dejar de confiar en los propios planes y depender por completo de la guía de Dios. Al invitar a Isaac a quedarse en la tierra, Dios le estaba pidiendo también que permaneciera bajo Su provisión y cuidado.
Esto también aplica para nosotros: vencer significa permanecer en esa misma dependencia, demostrando con hechos cuánto confiamos.

Pero, ¿en qué exactamente está confiando Isaac?
“Reside en esta tierra y yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham” (Génesis 26:3).
La promesa central es esta: “Yo estaré contigo.” La bendición no depende de la tierra fértil, sino de la fidelidad de Dios. Por eso, Dios le recuerda a Isaac que tiene una herencia y una bendición unidas a un pacto: el pacto que Él había hecho con Abraham.
Y aquí viene la conexión con nosotros: así como Isaac heredó la promesa de Abraham, nosotros hemos recibido una herencia aún más grande. Nuestro pacto es directo con el Señor Jesús, a través de la herencia del Espíritu Santo.


La herencia —o mejor dicho, la victoria— solo llega cuando obedecemos, porque la Biblia enseña:
“Y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque Abraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:4-5).
La bendición, cuando seguimos lo que está escrito, es mucho más grande de lo que podemos imaginar. Isaac tuvo varias opciones delante de él, pero eligió quedarse. Aunque parecía más fácil ir a Egipto, él obedeció la voz de Dios.

Isaac venció gracias a la obediencia, la fidelidad y la confianza (fe). No se conformó con el fracaso ni con el hambre de la tierra, sino que actuó recordando la promesa de Dios. Y lo mismo debemos hacer nosotros: meditar, confiar y practicar la fe, para que cuando llegue la prueba, sepamos reaccionar con obediencia.

El Señor está con nosotros.