Vea, ahora, cómo esos espíritus malignos, divididos en principados, potestades, poderes de este mundo de tinieblas y huestes espirituales de maldad actúan, en la práctica:
Principados: como el propio nombre lo dice, son los príncipes del infierno que están directamente relacionados con Satanás y de él reciben órdenes para comandar a otros demonios. Cada príncipe comanda una región con el fin de oprimir, en mayor o menor grado, al pueblo que vive allí. Solamente las oraciones de los siervos de Dios pueden impedir o aminorar la acción de estos espíritus. Daniel, por ejemplo, tuvo que enfrentar, en oración, la oposición de un principado durante varios días, hasta que el socorro vino, por intermedio del arcángel Miguel:
Entonces me dijo: No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso por veintiún días, pero he aquí, Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, ya que yo había sido dejado allí con los reyes de Persia.
Daniel 10:12-13
Potestades: son los espíritus inmundos que se sujetan a los principados. Actúan, específicamente, dentro del mundo religioso. Su objetivo predilecto es la Iglesia de Cristo, compuesta por personas que, verdaderamente, aman y obedecen al Señor Jesús. Para intentar quebrantar a la Iglesia, esta clase de demonios crea nuevas religiones y nuevas “iglesias” cada día, apenas con el objetivo de pulverizar la genuina fe cristiana. Por eso, encontramos “iglesias” para todos los gustos, como: iglesia para quien no concuerda con el diezmo, iglesia para quien quiere el casamiento de personas del mismo sexo, etc.
Esta clase de demonios, también, siembra sentimientos negativos en el corazón de las personas, causando división en las denominaciones cristianas y derrumbando a algunos de sus líderes. Eso sucede, principalmente, cuando los espíritus encuentran poca vigilancia y poca oración en medio del pueblo de Dios.
Son las potestades las que promueven, incluso, a los falsos profetas y a sus herejías disfrazadas de un cristianismo auténtico. Pero las personas solo serán engañadas si desconocen la Palabra de Dios. Cuando es difundida con ahínco, las potestades son desenmascaradas. Y no sirve la vestimenta religiosa y la apariencia humilde, porque la Palabra de la Verdad, tarde o temprano, revela la mentira y el engaño.
Poderes de este mundo de tinieblas: no forman parte de la clase de los principados. Son conocidos también como “dominadores de este mundo tenebroso”, porque actúan en la mente de las personas y las esclavizan con todo tipo de pensamientos contrarios a Dios. Al tomar la mente del ser humano, pasan a controlar las emociones, haciendo que su víctima actúe sin considerar a la razón. Son ellos, también, los promotores de ideologías políticas y de toda idea que se opone a la Palabra de Dios, además de ser los causantes de toda clase de fanatismo.
Huestes espirituales de maldad: son las clases de demonios más vulgares, o sea, están en el nivel más bajo de la jerarquía. Cuando se apoderan de alguien, causan varios tipos de sufrimiento, pues su objetivo es destruir y matar. Algunos de los síntomas que, generalmente, indican la presencia de una hueste maligna en la vida de una persona son: dolores de cabeza constantes, insomnio, miedo, nerviosismo, pensamientos de suicidio, dolores en el cuerpo cuyas causas no son detectadas por los exámenes médicos, mareos sin motivo aparente, trastornos emocionales, exceso de sueño, opresión, depresión, visión de sombras, audición de voces extrañas, además de prácticas como hechicería, magias, sodomía, prostitución, adulterio, robos, etc.
Estos problemas espirituales solo son resueltos si la víctima de los espíritus es liberada a través de la fe en el Señor Jesús. Los buenos consejos de personas preparadas pueden incluso disminuir el sufrimiento, pero la solución viene solo con el ejercicio de la genuina fe cristiana.
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