Mis problemas inician a través de una enfermedad por la cual pasé donde los médicos ya decían que tenía poco tiempo. Era una mujer que tenía un buen desempeño, trabajábamos, teníamos recursos económicos, una vida estable, pero de un día para otro cayó esta enfermedad y debido al gasto que se realizaba había perdido el control en sus finanzas. Debía adquirir una serie de tratamientos con anticoagulantes y los costos no afectaron mucho.
Poco a poco nos íbamos endeudando con las tarjetas de crédito, pasar por esos momentos me fue haciendo poco a poco caer en una depresión. En esos momentos, cuando tú estás viviendo esa situación, tú te sientes devastada, una tristeza que invade tu alma hasta lo más profundo de tu corazón.
Gracias a una invitación llegué a la Iglesia Universal y fue muy bonito, empecé luchando, perseverando y asistiendo a los propósitos de fe en fe. Empecé a sentir ese bienestar y me sentía feliz y tranquila, empecé a notar que podía hacer cosas y caminar Había recuperado mi salud totalmente, mi alegría, mis ganas de vivir. Empecé nuevamente a integrarme en mi trabajo. Mi mayor bendición fue conocer y recibir el Espíritu Santo.
Testimonio Lilian Cadeñanes.

