El fuego eterno preparado para satanás y sus ángeles (Mateo 25:41) es la condenación eterna para ellos. Ésta es la terrible condenación que los demonios tenían en mente cuando clamaron a Jesús:
“… ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29).
“¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos?” (Marcos 1:24).
Satanás será lanzado en el lago de fuego y azufre, su lugar de la eterna condenación, donde será atormentado día y noche por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:10). No hay duda de que sus cómplices, que han colaborado con él en su misión de engañar a la humanidad, tendrán el mismo destino y al mismo tiempo. Todo espíritu maligno estará presente en el juicio, delante del trono blanco, y será destinado a las llamas eternas de la “Gehenna” (Apocalipsis 20:11-15).
La humanidad está sufriendo, así lo leemos diariamente en la prensa y oímos en las noticias, porque está más cerca de satanás que de Dios. Nadie se comprende, padres contra hijos, luchas de clases, revoluciones y guerras.
La lucha de la humanidad fue, es y será, hasta la segunda venida de Cristo, como una disputa entre buitres por un trozo de carroña. El hambre, las enfermedades, las guerras y el caos se apoderarán de este mundo, y lo volverán a su origen, es decir desordenado y vacío.
Amigo lector, puede estar seguro de que todas las desgracias que vienen a la existencia humana se deben a una única “chispa” de destrucción: la rebelión del hombre contra Dios, su Creador.
Por causa de su estupidez espiritual dejó de prestar oído a la Palabra de Dios para escuchar al diablo, y por eso continúa en el sufrimiento y en el dolor. El hombre cosecha hoy lo que sembró ayer y mañana cosechará lo que haya sembrado hoy. Todo depende de él, del hombre, ese ser rebelde e insensato. Mientras se mantenga aliado al maligno seguirá sufriendo por su rebeldía contra Dios.
El diablo, lucifer, fue un insensato al deshacerse de toda la sabiduría que tenía y al imponer, ahora, la misma actitud para que el hombre sea también un insensato y se aparte de Dios.
Ante todo esto, ¿qué podemos hacer para librarnos de toda la destrucción de este mundo? ¿Qué haremos para volver al jardín del Edén y estar en plena comunión con Dios? ¿Hay alguna esperanza para nosotros?
El Señor Jesús nos garantiza una vida abundante. En las páginas siguientes usted encontrará un camino a seguir para poder vivir una vida real aquí y ahora y en el mundo venidero. ¡La vida eterna!
Continuará…
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Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

