El ayuno

El ayuno es una abstinencia, total o parcial, de alimentos y tiene por finalidad principal afligir el cuerpo físico, a fin de lograr más fuerza y preparación para el espíritu. No es que el cuerpo precise ser castigado, sino que cuando se ayuna, el espíritu está más libre y, consecuentemente, más apto para buscar un contacto íntimo y profundo con Dios, que es Espíritu.

Durante el ayuno, el espíritu se encuentra más libre, pues los deseos de la carne son anulados por la fuerza del espíritu. Por eso mismo, consideramos al ayuno como una oración más fervorosa que la hecha con los labios, porque en él hay gemidos inexplicables de la propia alma humana en búsqueda de beneficios individuales o colectivos.

El ayuno parcial es aquel en que la persona hace abstinencia de alimentos naturales, como por ejemplo fue el caso del propio Jesús, que en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches no comió absolutamente nada (Lucas 4:2). Pero se supone que sí bebió agua, aunque la Biblia no lo menciona, ya que si no hubiera bebido los evangelistas lo habrían mencionado.

Este tipo de ayuno se considera parcial ya que, aunque no se coma nada, sí se toma agua. También es parcial cuando se hace abstinencia de agua y alimentos, pero se mantienen relaciones sexuales con el marido o la esposa. Igualmente es parcial si se satisfacen, aunque sea mínimamente, las apetencias carnales.

El ayuno es total cuando la persona hace abstinencia de todo lo que concierne al cuerpo físico. Tal es el caso de Moisés, que “estuvo allí con Dios cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos” (Éxodo 34:28).

En el ayuno total hay también un total desprendimiento del espíritu de la carne, pero en el ayuno parcial hay un desprendimiento parcial. No podemos afirmar que sea más importante un ayuno que el otro, porque ambos son ayunos y porque depende de cada persona, según su fe y su corazón dispuesto delante de Dios.

Para nosotros, ambos son eficaces cuando son realizados con un propósito, según la voluntad de Dios. No todas las personas tienen las condiciones físicas para soportar un ayuno completo, entonces aconsejamos hacer un ayuno parcial. En cambio, si la persona tiene mucha salud y vigor, entonces recomendamos que haga un ayuno total, según la voluntad de su propio corazón.

El ayuno no tiene valor alguno si durante su período la persona no está en espíritu de oración y humillación delante de Dios. Pues, ¿cómo podrá tener efecto el ayuno si la persona está practicando algún tipo de deporte? Si procura distraerse con cualquier cosa, su ayuno pasa a ser un mero propósito sin valor.

Muchos hombres han hecho ayunos hasta la muerte, sin que exista un valor espiritual, ya que lo hacen en un espíritu de protesta y para llamar la atención mundial. El ayuno, ya sea parcial o total, debe ser efectuado con el objetivo de llegar más cerca de Dios y, por eso mismo, se debe procurar ignorar lo máximo posible las cuestiones terrenas.

Continuará…

Si le interesa lea también: Sabiduría salvadora (Parte II)

Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo

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