El trigo y la cizaña

¿Cuál es la diferencia entre el trigo y la cizaña?

Si observamos un paisaje de trigo, podríamos decir: “¡Qué lindo paisaje!”, sin saber que, entre los ramos de trigo, hay cizaña. Si ponemos la cizaña junto al trigo, en apariencia muchos no podrán distinguir la diferencia. Es más, cuando se trata de crecimiento, ambos crecen de la misma manera. Es con el ejemplo del trigo y la cizaña que el Señor Jesús nos ayuda a entender nuestra verdadera identidad como nueva criatura.

La Palabra nos enseña así: “Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció también la cizaña. Se acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’. Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’. Los siervos le dijeron: ‘Entonces, ¿quieres que vayamos y la recojamos?’. Pero él dijo: ‘No; no sea que al recoger la cizaña arranquen con ella el trigo. Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero’”. (Mateo 13: 24-30)

Es cuando ambos crecen y maduran que se nota la diferencia, porque es ahí donde se ven los frutos. Cuando el trigo madura y está lleno de fruto, se inclina y se curva. La cizaña, en cambio, no da fruto, y como resultado no se inclina; además, se vuelve venenosa y siempre permanece erguida, sobresaliendo entre los ramos. Es en ese momento donde se evidencia la gran separación entre ambos. Como dice la Palabra, la cizaña es arrancada y quemada porque no tiene uso, mientras que el trigo es guardado en el granero.

Pero, ¿cómo este ejemplo nos enseña nuestra identidad como nueva criatura?

Cuando se habla del pueblo en una iglesia, todos parecemos iguales: oramos, cantamos y hasta hablamos de Dios de manera similar. Por eso, cuando uno ha tenido una experiencia genuina con Dios, produce los frutos de justicia que solo quien ha nacido de nuevo puede producir. En otras palabras, uno es verdaderamente trigo delante de la voluntad de Dios porque se inclina ante Él.

Sin embargo, cuando uno no ha nacido de nuevo o está en la condición de cizaña en su fe, se vuelve orgulloso, no acepta la disciplina de la fe y no se curva, sino que permanece erguido. Lo peor de esta condición espiritual es que, muchas veces, la persona aparenta tener una supuesta santidad, mientras que su interior está completamente oscuro o venenoso. Esto siempre será así: donde haya trigo, habrá cizaña para engañar o confundir, hasta que sea arrancada.

Pero, ¿cómo es revelada la condición de la cizaña?

Con el tiempo, los frutos son revelados; es decir, cuando llegan las luchas, solo el trigo se deja sacudir. Así, quien verdaderamente ha nacido de Dios se inclina porque tiene frutos. En cambio, quien está en la condición de la cizaña nunca se curvará ante Dios y, como resultado, demuestra que no tiene frutos.

Con todo esto dicho, les dejo una pregunta para reflexionar:

¿será que uno se encuentra en la condición de la cizaña?

Uno sabe si es una nueva criatura o no. Cuando uno es nueva criatura, tiene el discernimiento de que será sacudido ante las luchas, o mejor dicho, que tendrá que inclinarse ante Dios para vencer, porque entiende que tiene una relación con Él. Pero, cuando uno no ha nacido de nuevo y se encuentra en esta condición, solo vive para ser un mal testimonio y aprovecharse de las malas situaciones para ensuciar el corazón de otros.

La nueva criatura siempre busca ser un buen testimonio, o un testimonio aún mayor, porque ha descubierto la relación que tiene con Él. Recuerde que lo malo y lo bueno pueden parecer iguales por un tiempo, pero eso no significa que durarán para siempre ni que estén con lo eterno, porque lo malo no tiene los frutos de justicia que vienen de Dios. Solo lo que lleva frutos de justicia permanece para siempre. Esa es la fe del trigo y la cizaña.

Compartir:

No desista de su familia

Las familias, lejos de ser perfectas, muchas veces reflejan nuestras propias batallas internas. Heridas no sanadas, diferencias generacionales, decisiones difíciles

leer más