¿Qué significa tener fe y confianza?
Todo ser humano tiene el deseo de alcanzar tres de los pilares principales de la vida: sabiduría, poder y riqueza.
La Palabra nos enseña sobre este tema: “No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza” (Jeremías 9:23).
Muchos piensan que, si logran obtener más sabiduría, poder y riqueza, tendrán una vida noble o extraordinaria. Actualmente vivimos en una época en la que muchos desean ser “influencers” precisamente por eso: porque quieren poseer estos pilares. Pero estas cosas son pasajeras, y obtenerlas no garantiza que duren para siempre, ni que traigan verdadera felicidad.


La Palabra continúa: “Mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues Yo soy el Señor que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco —declara el Señor” (Jeremías 9:24).
Según la Palabra, la verdadera riqueza —o mejor dicho, la verdadera gloria— está en entender y conocer la misericordia y la justicia que vienen del Señor. En otras palabras, la mayor riqueza que uno puede alcanzar es entregarse por completo a conocer más de Dios. Hay personas que, al recibir la revelación de la Palabra, sienten tanta hambre y sed de conocerlo que hacen todo lo posible por entender Su voluntad. Incluso aquellos que no saben leer buscan cómo llenarse de Dios; algunos compran la Biblia en audio y memorizan Su Palabra en su mente, porque su alma tiene sed de conocerle más.


Pero, ¿por qué es importante entender y conocer más de Él?

Primero, porque el simple deseo de conocer más de Dios —o de Jesús— es algo que le agrada profundamente. Mientras uno no ha vivido una experiencia real con Jesús, no puede comprender Su misericordia, porque aún no la ha experimentado. Solo quien ha sido alcanzado por Su toque puede comprender la grandeza de Su compasión. Sin esa experiencia, no se puede conocer verdaderamente el amor ni el perdón de Dios. Como consecuencia, quien no ha recibido Su misericordia, difícilmente podrá perdonar a otros.
Todos necesitamos de Su misericordia.


Todos los días, uno debe orar por la misericordia de Dios sobre su vida. Es necesario apartar un tiempo con Él, para reconocer humildemente las cosas que hemos hecho mal.
Aunque nuestras buenas obras puedan parecer más numerosas que las malas, debemos tener conciencia de que no somos salvos por nuestras buenas acciones. Pero eso tampoco significa que debamos perdernos por nuestras malas decisiones.

La salvación viene solo de Él, y nace de haber tenido un verdadero encuentro con Él. Ese encuentro lleva a la persona a recibir la salvación y a experimentar lo más importante: la fe y la confianza.
La fe, en su plenitud, existe para ser activada en los momentos difíciles. Es allí donde debe manifestarse, llevándonos a confiar completamente en que lo próximo que sucederá será conforme a la voluntad de Dios… y que todo estará bien.






Nada en este mundo —ni el conocimiento, ni el poder, ni el dinero— puede sostener el alma. Pero cuando usted decide entregarse y conocer a Dios de verdad, encontrará lo que muchos buscan y pocos hallan: paz, propósito y salvación. Y eso, es la mayor riqueza.