¿Será que estamos mezclados en el mismo fuego?
Hay cosas que todos hacemos universalmente. Por ejemplo, todos dormimos, respiramos, sentimos dolor; estas son cosas que, sin discusión, tenemos en común. Pero el ser humano, desde el principio y sobre todo, siempre ha estado en búsqueda de sentido en la vida. Muchas veces, en esa búsqueda, empezamos a tratar de hallar distintas formas de crear conexiones sociales unos con otros. En otras palabras, de una forma u otra, toda la humanidad, en algún punto, busca reunirse con amigos o personas que comparten los mismos gustos, como la música, el deporte o simplemente comer juntos. Sin embargo, aunque estemos reunidos, ¿será que cuando nos reunimos de esta manera realmente nos estamos mezclando con alguien con un propósito verdadero? ¿O será que estamos unidos, pero vacíos?

Todos podemos caer en la trampa de los hábitos repetitivos, es decir, hacer las cosas por hábito o por costumbre. Pero, cuando se habla de espiritualidad, todo debe tener un propósito, incluso con quién uno se reúne.
Por ejemplo, una de las cosas más tristes que se pueden ver es cuando alguien cae en la condición de la religiosidad, como quien viene a la iglesia solo por asistir o por costumbre, pero está vacío. Otro ejemplo es la persona que viene a la iglesia y se convence de que está bien, pero en realidad está seca y no da fruto, ni siquiera para su propia salvación.


Pero la forma en que nos mezclamos unos con otros debe tener una gran importancia para nuestra alma y, más que todo, para que encontremos el verdadero sentido de nuestra búsqueda: la fe.
La Palabra habla de este tema así:
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.” (Hechos 2:1)
Si uno busca la palabra “unánimes”, se define como personas que tienen el mismo parecer. Pero en el caso de este versículo, no se está hablando de lo físico, sino de lo espiritual. En el versículo, los apóstoles estaban juntos, pero más que eso, estaban mezclados en la misma fe con Dios. En otras palabras, estaban reunidos con el propósito de fortalecerse y ser llenos del Espíritu Santo.

Mezclarse en la fe es algo importante, porque allí uno se protege a sí mismo y también protege a los demás para no mezclarse con lo que no proviene de Dios. Cuando uno está junto con personas unánimes en la fe, todos deben estar entregados. Tal vez el nivel de fe sea diferente, pero todos estarán en la misma fe.
El agua y el aceite no se pueden mezclar; cuando uno lo intenta, como son distintos, se separan. Muchos jóvenes hoy en día están en la iglesia (como el agua), pero su corazón sigue en el mundo (como el aceite). Es decir, muchos jóvenes vienen a la iglesia por religiosidad o por cualquier otra razón, pero no quieren mezclarse con lo que es de Dios ni con nada que lo represente.


Reflexión: El Señor no busca que uno llegue por hábito o costumbre; Él busca a los que están verdaderamente entregados.
Semanalmente, todos los domingos, el grupo YPG realiza conexiones especiales como esta, denominada “Juntos y Mezclados”, donde se abordan temas espirituales importantes para los jóvenes. En cada conexión se ofrecen oraciones y orientaciones para todo joven que las desee.

Los coordinadores están más que felices de iniciar propósitos especiales para que los jóvenes experimenten un crecimiento espiritual. Música, comida y juegos sanos siempre estarán presentes, para que puedan formar amistades que provienen de Dios.
Si desea más información sobre las actividades realizadas a través de los proyectos que forman parte de YPG, visítenos en el 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057, o en la Universal más cercana. También puede encontrar información sobre YPG en los Estados Unidos siguiéndonos en nuestras plataformas oficiales: