¿Alguna vez se ha preguntado qué tipo de fe realmente transforma a una persona?
Hay personas que, en este momento, no están satisfechas con la vida que llevan. Algunas desean paz, un cambio, una transformación de vida; otras buscan encontrar su propósito. Pero para que todo esto suceda, se necesita una condición que va más allá de la simple determinación humana para alcanzar la meta. El Señor Jesús nos dio esa condición a través de la fe en Él.
La Palabra nos enseña así: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.”(Juan 15:7)

¿Qué significa estar en Él?

Muchos le piden y le piden al Señor, pero nada sucede, porque no están en Él. Estar en Él significa obedecer, sacrificarse y vivir conforme a Su voluntad… pero, sobre todo, guardar Su Palabra dentro de nosotros. Es decir, cuando uno vive según lo que está escrito, Sus promesas —como esta que estamos compartiendo— se cumplen en la vida de uno.
Venga lo que venga o pase lo que pase, cuando uno tiene este tipo de fe, el Señor siempre le dará lo que pida, porque uno estará viviendo por Su fe.



Pero, ¿de qué clase de fe se está hablando?

La fe del Señor Jesús sabía que vendrían momentos de dificultad, pero también sabía que todo formaba parte de un propósito mucho más grande. La fe verdadera nos da discernimiento para tener seguridad en todo lo que hacemos. Incluso en los momentos difíciles, debemos tener la misma seguridad que tenía el Señor Jesús.
Los momentos difíciles traen propósitos grandes de parte de Dios para nuestra vida; propósitos —o mejor dicho, bendiciones— que no tienen límites.
Así nos enseña la Palabra acerca de la fe: “¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:7-8)


Muchos piensan que uno eligió, pero no es así: uno fue elegido. Por eso, en Su Palabra, Él llama “escogidos” a quienes lo siguen. La fe del escogido es vivir para Él, sin buscar nada para sí mismo. Su mayor deseo es dar buen testimonio y convertirse en un instrumento de Dios para llevar salvación a otros. Porque quien ha sido verdaderamente salvo, desea que otros también lo sean.
La mayor justicia que uno debe buscar es ser usado por Dios para la salvación propia y la de su familia.

Para responder la pregunta del principio: la fe que realmente transforma toda nuestra vida es la fe del escogido, porque es la que agrada a Dios. También es la fe que nunca se rinde, porque quien la tiene, está seguro de que Dios está con él.