La formación de la iglesia

La iglesia es un cuerpo formado por siervos. El Señor Jesucristo es la cabeza de ese cuerpo, o sea, es la Cabeza de todos los siervos que realmente le sirven. Como en el cuerpo humano, en que todos los miembros son distribuidos armoniosamente, así también los siervos son distribuidos en la Iglesia, cada uno desempeñando una función, de acuerdo con la voluntad del Señor. Sobre eso, el apóstol Pablo dice:

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…” Efesios 4: 11-12

Esto significa decir que el siervo pastor no es mayor que el siervo obrero o evangelista, pero que de acuerdo con los talentos que recibió, tiene mayor responsabilidad. Es muy importante comprender eso, porque cuanto mayor es la responsabilidad, mayor será la exigencia.

“Pero el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.” Lucas 12:48

Los siervos, como parte de la iglesia, tienen la mayor y más sublime de las tareas: revelar al Señor Jesucristo todo el mundo. Revelarlo no significa apenas predicar, sino principalmente, vivir la prédica, dar un buen testimonio con su propia vida, en el carácter y en el comportamiento, o sea, exhalar el perfume de la presencia del Señor Jesús.

Continuará…

Libro: El Señor y el siervo
Autor: Obispo Edir Macedo

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