La Luz del Mundo

Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que uno está viviendo en la luz sobrenatural o en la natural?

Si uno está viviendo en la luz sobrenatural, uno está viviendo en seguridad. Es decir, si uno está dispuesto a poner su propia voluntad a un lado para hacer la de Él, no hay forma de tropezar, aunque uno esté enfrentando un momento de oscuridad. Pero ese no es el caso con la luz natural, porque tiene sus límites.

La Palabra nos enseña así:

“Jesús respondió: ¿No hay doce horas en el día? Si alguno anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Pero si alguno anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él” (Juan 11:9-10).

La luz a la que se refiere el versículo es la luz natural.

Todos, en algún momento u otro, tropezamos, pero nuestra reacción determina cómo estamos siendo movidos.

Por ejemplo, si uno duda de su capacidad para hacer algo que ya sabe hacer, eso es un tropiezo. Uno sabe que tiene la capacidad, pero en su momento de duda, todo se le olvida. Es decir, uno se entrega al miedo, que lo hace dudar y le hace olvidar su capacidad.

Eso es vivir en la luz natural, porque, aunque uno tenga dudas en medio de la oscuridad, intenta resolver. Pero como la reacción nace desde un punto de miedo o de emociones, las cosas no salen bien.

Si solo tenemos una fe basada en la luz natural, eso puede afectarnos incluso en nuestra vida espiritual. Uno puede estar asistiendo a la iglesia, pero eso no significa que esté viviendo lo espiritual, que es la voluntad de Dios.

Vivir lo espiritual es estar dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Porque cuando uno obedece, hay poder.

Hay poder en la obediencia, y es ahí donde uno triunfa.

La oscuridad bloquea nuestra capacidad natural y espiritual si uno no está en la fe de la luz sobrenatural.

Pero, ¿qué debe hacer uno para ser parte de la luz sobrenatural?

La Palabra dice así:

“Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

En otras palabras, cuando uno permite que el Señor Jesús entre en su vida, obedece y abandona su pasado —es decir, permite ser quebrantado para ser hecho nuevo por Él—, uno se convierte en parte de la propia Luz, que es la sobrenatural.

Es a partir de ese punto que uno puede enfrentar problemas, pero eso no significa que va a reaccionar desde un lugar de miedo o de duda. Uno va a reaccionar desde un punto de fe y de luz, porque entiende que Dios está con uno.

Reflexione: ¿desde qué punto está usted reaccionando?

¿Desde uno de miedo (luz natural o tinieblas), o desde un punto de paz y de fe (la luz sobrenatural que proviene de Dios)?

Si aún no sabe cómo contestar esta pregunta, le sugiero que se entregue más al Señor, para que sea bendecido y pueda reaccionar en la luz.

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