La necesidad de aprender de Jesús

Hay muchas personas que atienden la iglesia que aún no han aprendido de Jesús, pero este aprendizaje es más que solo un entendimiento intelectual de Su Palabra.

¿Qué Significa aprender de Jesús?

Primeramente, no es suficiente conocer la Palabra intelectualmente, porque hay una gran diferencia entre conocer o predicar y vivir. Conocer la Palabra no es espiritual y no es algo que ayude a permanecer en la iglesia, mucho menos en la presencia de Dios. La gente que solo entiende la Palabra intelectualmente muchas veces es la misma que solo viene a la iglesia por un tiempo y luego se va por un motivo u otro.

¿Por qué?

Porque nunca tuvieron una experiencia verdadera, solo recibieron capacidad intelectual de predicar lo que entendieron sobre la Palabra.

La Palabra de Dios nos habla de la necesidad espiritual: “Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él” (Juan 3:1-2). Según la Palabra, Nicodemo visitó a Jesús por la noche porque no quería ser visto por los otros judíos, ya que hasta entonces él vivía de apariencia. Así como hoy, hay muchas personas religiosas que solo viven de apariencia. Sin embargo, Nicodemo se refirió a Jesús como “Rabí y maestro” y le menciona “las señales” que Él hace que solo Dios puede hacer. Esta conversación nos da a entender que Nicodemo creía en el poder de Dios. Pero, creer no era suficiente, porque él tenía una necesidad espiritual. Además, él fue convencido por el Espíritu Santo de esta necesidad. Esta fue la razón por la que tomó la decisión de buscar a Jesús para saber sobre esta condición y tener este problema solucionado.

La Palabra sigue así: “Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Según la Palabra, para ver el Reino de Dios uno tiene que tener un Nuevo Nacimiento.

Pero, ¿cómo vemos el Reino de Dios?

La Palabra dice: “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?” (Juan 3:4). Todas las personas que no han nacido de Dios, que no han tenido una experiencia de transformación desde adentro hacia afuera, son personas espiritualmente ignorantes. Normalmente, cuando uno escucha la palabra ignorante pensamos que se está refiriendo a uno como burro o necio. Pero, en realidad, ignorante significa aquel que ignora. El ignorante muchas veces ignora lo que debería de ignorar y este es un demonio. El peor demonio que uno puede tener es el demonio que le domina la mente para mantenerlo ignorante. La ignorancia los mantiene ignorantes de la verdad, eso incluye la verdad de nuestra condición espiritual. Aun así, cuando uno recibe la iluminación del Espíritu Santo, uno despierta a su realidad.

¿Cuál es la realidad?

La realidad es que muchos de los que vienen a la iglesia y dicen que están en la presencia de Dios no saben su condición espiritual. En otras palabras, si ellos murieran en este momento o si el arrebatamiento pasara en este momento no sabrían dónde van. Lamentablemente, esto es lo que va a pasar con muchos, que sólo se darán cuenta de que no estaban a salvo en la hora de la muerte. Después de la muerte y el arrebatamiento no hay solución, porque Él solo se llevará a los que murieron y vivieron en Él (1 Tesalonicenses 4:13-18). Además, si uno, bajo la influencia del Espíritu Santo, no fue convencido, no pudo ser salvo; la fe que tiene solo fue para las conquistas. Pero, las conquistas de fe o las bendiciones no son prueba de la Salvación. Se repite, las bendiciones no son conquistas de la Salvación.

La persona que es salva se preocupa primero por su salvación. Ella no está preocupada por nada más. Ella no vive comparando su vida con la vida de nadie.

Ella se preocupa por su condición con el Espíritu Santo y aprender de Jesús.

Dios le bendiga

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