Antes de leer esto, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que entendemos que somos nosotros quienes le abrimos el corazón a Jesús?
Muchos, en este momento, están pasando por una gran preocupación y angustia sobre lo que traerá el día de mañana o el futuro. Por ejemplo, hay quienes tienen metas y sueños de cómo van a alcanzar el éxito, pero por dentro sienten una profunda duda de que ese éxito realmente suceda. En otras palabras, no tienen certeza ni confianza en lo que están haciendo. Otro ejemplo: también hay personas que, aun siendo jóvenes, viven angustiadas por la idea de su propia muerte. Es decir, sienten inseguridad en la vida y en el corazón.

¿Pero de dónde proviene esta inseguridad?
La Palabra dice así:
“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
Según la Palabra, nosotros necesitamos tener comunión con Él.

¿Qué significa tener comunión?

Tener comunión con Él significa vivir en dependencia de Dios y estar seguros de la salvación de nuestra alma. Pero la comunión depende únicamente de uno y de su entrega. Es decir, nadie puede abrir la puerta del corazón por usted para que reciba lo prometido o lo profetizado; solo usted puede tomar esa decisión.


Solo uno puede decidir si permite que la Palabra de salvación entre en su corazón.

Si vemos el noticiero o leemos las noticias sobre lo que está pasando en el mundo, nos daremos cuenta de que, estadísticamente, todos los días muere una gran cantidad de personas, sin importar quiénes sean ni dónde se encuentren.

Pero de ahí surge la pregunta para reflexionar: ¿Cuántas de todas las personas que mueren diariamente escucharon la Palabra de salvación y pensaron: “Todavía no es el momento”?
Muchos se han topado con un evangelista o han sido invitados a asistir a la iglesia; de una u otra forma, a muchos se les ha hablado de la Palabra de salvación o la han escuchado en algún momento.
“No estoy preparado”, “Ahorita no es el momento”, “Voy a esperar un poco más”… todas estas son respuestas comunes, entre muchas otras.

Pero el tiempo no espera, solo avanza; y la muerte tampoco espera, simplemente llega. Es decir, la muerte puede presentarse en cualquier momento, sin previo aviso.
Muchos en este momento están pasando por el Valle de la Sombra de Muerte. Es decir, están sufriendo, se arriesgan a un peligro, enfrentan enfermedades, se encuentran perdidos o incluso están cerca de la muerte física. En otras palabras, están dejando que la situación de su condición defina su salvación.

Pero la salvación no espera. El tiempo es ahora. No se debe dejar para después.
Muchos, cuando enfrentan un problema grave, tienen un gran deseo de huir. Pero uno no puede seguir huyendo de los problemas. No se puede dejar el arrepentimiento para después, porque, como se ha mencionado, la muerte no tiene horario; simplemente sucede. Eso nos hace entender que la salvación no tiene tiempo.

No se puede huir de la presencia de Dios, porque a todos nos tocará enfrentarlo un día.

La salvación es hoy; la oportunidad de conocerlo más y entregarse a Él es ahora. No permita que el tiempo pase. La puerta del corazón de uno solo puede ser abierta por uno mismo, por nadie más.



Para tener comunión con Dios, uno debe desearlo. En otras palabras, uno debe abrir la puerta de su corazón cuando escuche Su voz.