Lea con atención este artículo para que la Palabra que se va a compartir no solo entre en su mente como información, sino que le revele. Cuando hay revelación de la fe, que es la fe sobrenatural, es imposible que la persona continúe siendo la misma.
Toda persona que no es nacida de Dios, que no ha tenido un encuentro real con el Señor Jesús, sigue siendo problemática por naturaleza. Pero, cuando uno nace de Dios, hay un cambio completo, convirtiéndose en una bendición.
¿Por qué la conversión no sucede en todos los que asisten a la iglesia?
Porque hay mucha gente confundida por la falta de conocimiento de la fe de los resultados y la fe de los frutos. Para que haya cambio, uno tiene que entender la diferencia entre estos dos tipos de fe: la fe inútil y la fe útil.
¿Cuál es la fe inútil?
La fe de los resultados es la fe de las bendiciones, conquistas, curas, etc. Hay gente que piensa que, porque fue curada de algo terminal, fue de Dios. Pero, solo porque uno ha recibido bendiciones o ha sido liberado por Dios no quiere decir que es de Dios. Por ejemplo, si uno es liberado de los vicios, muchos piensan que son de Dios, pero eso no quiere decir nada.
¿Por qué no?
Hay muchos incrédulos que no tienen vicios o malos hábitos, y esto no significa que eran de Dios. No base su condición espiritual en lo que hacía o dejó de hacer, sino en lo que era antes y dejó de ser.
La Palabra de Dios dice: “Examínense para ver si están en la fe” (2 Corintios 13:5 NVI).
Normalmente, cuando la persona no es nacida de Dios y está en la iglesia, se convierte en una persona religiosa. El religioso pasa examinando a los otros. Cuando la Palabra dice, “Examínense,” quiere decir que el deber de examinarse es de uno mismo. Pero hay gente que vive patrullando con una lupa a los demás. Entiendan que es religiosa. No juzgue, porque bíblicamente Él manda que solo uno se examine. Uno no tiene que andar examinando a nadie.
Uno tiene que examinarse a sí mismo. No tiene que andar examinando la vida de los demás. La Palabra de Dios nos guía así, “…Si están en la fe; pruébense a sí mismos…” (2 Corintios 13:5 NVI).
Una costumbre en la Iglesia es que, al saludar, la otra persona diga, “En la fe.”
Pero, si reflexionamos, ¿en qué fe andamos, la fe útil o la fe inútil?
La fe de las conquistas nunca tendrá poder para sostenerlo hasta el fin. La fe de las conquistas no tiene poder, y es imposible que lo sostenga en la fe.
Los diez leprosos (Lucas 17:11-19). Los diez leprosos fueron curados, pero solo uno regresó. La fe del que regresó era la fe de los frutos, la de la salvación y la fe de agradecimiento y seguir al Señor Jesús. Los otros nueve, que solo se quedaron hasta que sus problemas fueron resueltos, se fueron y hoy están en el infierno. La fe que cura no es la fe que salva. No piense que los resultados de la fe de las conquistas lo tienen salvo. Muchos piensan que, porque han conquistado, su condición espiritual está bien, y eso no es así.
Las iglesias primitivas tuvieron el mismo problema. Este problema espiritual no es nuevo. Por ejemplo, ¿cuántos pastores y obispos fueron usados por Dios y después se perdieron y se fueron? También hubo gente que se fue detrás de esos mismos pastores y obispos. Esta gente se fue porque fueron curados, bendecidos o recibieron su conquista en la reunión de ese pastor o obispo.
¿Por qué se fueron?
Porque esa persona que fue detrás de ese obispo o pastor que cayó, salió por un motivo o por otro y nada lo justifica. Si uno se deja llevar por lo que oye y por lo que le hicieron en la iglesia, uno caería. Hay muchos que han sido liberados por pastores y obispos que eran grandes hombres de Dios, y después se vio que no eran. La injusticia es natural y donde hay ser humano, hay injusticia. Pero, cuando la gente se da cuenta de este tipo de injusticia dentro de la iglesia, se va. Entonces, es allí donde uno se da cuenta que la fe que esa gente tenía no era la fe de los frutos de Dios. No era la fe que permanece y sustenta. Tampoco era la fe que, en la prueba, da poder para que la persona sea aprobada. No es la fe que, en la persecución, da poder para que ella se mantenga. Y no es la fe que, en la tribulación, produce perseverancia y paciencia.
La Palabra de Dios nos orienta así en este tema, “La parábola es esta: la semilla es la palabra de Dios. Y aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven” (Lucas 8:11-12). Uno tiene que creer para la salvación y no para solucionar los problemas. La fe de la salvación no es dada para solucionar problemas. La fe de la salvación, la fe de los frutos, es para perseguir las promesas.
Olvídese de sus problemas y entienda lo siguiente: persiga lo prometido porque lo prometido es más grande de lo que queremos. Hay gente que está en necesidad de dinero y piensa que esa es la única solución de sus problemas. Si en la iglesia le preguntáramos a la gente si necesita dinero, todos dirían que, “sí.” Pero Dios quiere darle más que dinero. Hay gente que se conforma con el salario mínimo. Pero, Dios no es dios de conformar. Él es Dios de Transformación. Él no quiere darle una casita, Él quiere darle una mansión.
No se deje ilusionar con la fe que le quiere dar el diablo. Nuevamente, la Palabra dice: “Viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12). Él no está advirtiendo que, si no entendemos la fe de Salvación, el diablo nos arrebatará la palabra o nuestra fe de nuestro corazón.
La Palabra sigue así, “Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Estos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba” (Lucas 8:13). Según la Palabra, va a venir la tentación o la prueba. Tenemos que entender que no sabemos lo que nos toca en poco tiempo. Tampoco quiere decir que porque somos de Dios no pasaremos o enfrentaremos dolencias. Hay muchos que no saben cómo van a reaccionar cuando venga la temporada dura, pero es allí donde uno se tiene que aferrar más a Dios.
Continúa: “La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran” (Lucas 8:14). En otras palabras, este tipo de persona no da frutos. Hay gente que quiere hacer dinero rápido y fácil, quiere crecer o prosperar rápido de la noche a la mañana. Pero, donde hay facilidad, hay diablo. Nada de lo que se conquista con facilidad es real. La facilidad es la fe de conquista, no la fe de Salvación. No se ilusione con la fe conquistadora porque eso no determina que uno es salvo. Todo en la fe de Salvación requiere sacrificio. En otras palabras, la puerta estrecha nos llevará a la derrota, la puerta que conduce a la vida es apretada y es la que requiere sacrificio para llevarnos a Su gloria.
Esto no puede ser solo información para razonar, tiene que haber revelación para que su fe crezca. Uno no puede depender de su propia carne, uno tiene que depender de Él. Porque no somos nada sin el Espíritu Santo.