El Señor Jesús, antes de enseñarnos la oración del Padre Nuestro, afirmó:
“… porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:8).
Realmente, todas nuestras peticiones son conocidas por Dios aún antes de mencionarlas, pero es necesario que pidamos, porque mientras formulamos nuestros pedidos, estamos también despertando nuestra fe, en la búsqueda de un contacto mayor con Dios. Al recibir las respuestas a nuestras oraciones, el Señor recibe más gloria de nuestra parte. De ahí que cuanto más pedimos más recibiremos y más glorificaremos al Señor. Es por eso que el Señor Jesús dijo:
“Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:13
Nuestros pedidos van a glorificar a nuestro Padre a través de nuestro Salvador Jesús.
Qué pedir y qué no pedir
Nuestras peticiones delante de Dios no tendrían ningún valor si no tuvieran un objetivo. Tenemos que considerar si glorificar a Dios a través de nosotros en Jesús, o servirán sólo para apartarnos más de Dios, esto es, con los placeres de la carne.
Santiago nos amonesta al respecto de esto diciendo:
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” Santiago 4:1-4
¿Cuántas veces le insistimos a Dios al respecto de alguna cosa, creyendo que es buena para nosotros, y cuando la recibimos nos arrepentimos?
Todos los pedidos que le hacemos a Dios deben estar de acuerdo con la Sagrada Escritura y siempre según la voluntad de Dios”. Por ejemplo, la curación de una enfermedad es la voluntad de Dios. Está determinado en la Biblia, el propio Señor Jesús lo realizó en aquellos que se le acercaron. La vida económica bendecida es una promesa de Dios y del Señor Jesús (Malaquías 3:10, Juan 10:10). La paz celestial también es de la entera voluntad de Dios, él quiere que la gocemos. Por lo tanto, podemos hablar con Dios y pedir todo lo que se encuentra dentro de esos parámetros:
a) Bendición física, sanidad divina.
b) Bendición económica, poder adquisitivo suficiente para cubrir todas nuestras necesidades materiales.
c) Bendición espiritual, que es la salvación eterna en Cristo Jesús.
Muchos son los que vienen a pedir una bendición, pero se quedan esperando eternamente y no reciben nada. ¿Por qué? Existen millares de bendiciones prometidas en la Biblia y, si las personas no son explícitas en lo que quieren realmente, el Señor no podrá atenderlas. Si deseamos un sueldo mejor, tenemos que decírselo a Dios; “Señor yo quiero un salario de X pesos por mes”. Si mi deseo es que el Señor me dé un coche nuevo, debemos establecer su marca y modelo. ¡Debemos saber pedir si queremos recibir!
Continuará…
Si le interesa lea también: La adoración
Libro: En los Pasos de Jesús
Autor: Obispo Edir Macedo