Los Prudentes

¿Realmente pensamos en el destino de nuestra existencia (alma)?

Desde el comienzo de los tiempos, el ser humano ha sentido que, después de la muerte, sucede algo con lo que nos da vida: el alma. Sin embargo, la Biblia enseña que el ser humano está destinado a morir una sola vez y que, después de eso, el alma enfrenta juicio.

Por eso, no debemos dejarnos confundir en cuanto a la espiritualidad; al contrario, debemos meditar en la Palabra para conocer la verdad y lo que realmente sucede después de la muerte. El Señor Jesús habló de este tema en la parábola:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes” (Mateo 25:1-2).

Aquí, el reino de los cielos se compara con una boda, un evento de gozo. Las vírgenes representan a los creyentes que esperan a Cristo (el novio).

¿Por qué se compara el reino de los cielos con una boda?

Porque, para entrar en la vida eterna después de la muerte, se necesita la salvación. Y esa salvación requiere compromiso. Por eso la comparación con una boda: la vida espiritual es una preparación constante para encontrarnos con el Señor Jesús.

¿Qué significa insensatas?

Se refiere a quienes descuidan su vida espiritual. Una persona insensata actúa sin pensar en las consecuencias. No todos los que dicen creer en Dios lo siguen. El insensato piensa que, porque Dios es amor, no habrá juicio. Pero ahí está el error: Dios no envía a nadie al infierno; más bien, son nuestras propias decisiones y actitudes de rechazar la salvación las que nos llevan allí.

¿Por qué la prudencia es clave en la salvación?

El aceite de las lámparas era limitado. Sin él, no había luz. Espiritualmente, el aceite representa el compromiso y la presencia del Espíritu Santo. La entrega y la fidelidad son el precio para mantener Su presencia en nosotros. El prudente vive con cuidado, preparado siempre; el insensato deja todo para el final.

La fe sin constancia ni llenura del Espíritu se debilita con el tiempo.

Es ahí donde llegamos al siguiente tema: TIEMPO. Nuestra salvación está al reloj si no la tenemos, porque hay un tiempo para entregarse y recibir la salvación, y un tiempo en el que ya no se podrá hacerlo.

La Biblia enseña:

“Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo; pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas. Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron” (Mateo 25:3-5).

Las 5 prudentes previeron la posibilidad de tardanza y llevaron aceite extra. De misma manera, el prudente de Dios no desperdicia su tiempo, sino que vive en oración, fe y obediencia. No lo hace por emoción pasajera, sino porque sabe que la comunión exige compromiso.

El novio no se tardó: vino a su tiempo. El problema fue que no todas pudieron esperarlo. Las insensatas no resistieron porque les faltaba el aceite, símbolo de compromiso.

El versículo “se durmieron” refleja el cansancio natural de la vida diaria. Sin embargo, las prudentes vencieron porque estaban preparadas y mantenían su luz encendida, es decir, permanecían llenas del Espíritu Santo. La preparación y una fe constante son la clave de la victoria.

“Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta” (Mateo 25:10).

El día llegará para todos, estén preparados o no. Pero no todos entrarán en el reino. La Biblia es clara: solo las que estaban listas entraron; después, la puerta se cerró.

La puerta de nuestra vida puede cerrarse en cualquier momento.

La pregunta es: ¿estamos en paz con el destino de nuestra alma?

El tiempo se acerca.

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