Mi esposo era alcohólico y adicto a la cocaína, trabajaba mucho y ganaba muy bien, pero se lo gastaba todo

A los 18 años me caso creyendo que iba a ser feliz, pero arrastraba ya el divorcio de mis padres, creí que iba a ser diferente para mí. No fue así porque mi esposo era alcohólico y adicto a la cocaína, trabajaba mucho y ganaba muy bien, pero se lo gastaba todo. Pasaba días sin llegar a la casa y me sentía muy frustrada. Tenía todo empeñado, toda la vida debía dinero, batallaba también económicamente hasta el hecho de no tener ni para comprar un pañal para mis hijos.

Tras la traición de mi pareja comencé a jalarme el cabello y pegarme en la pared porque me sentía de tan triste y desesperada, no podía creer que la persona que yo amaba me estuviera traicionando. Tuve muchos pensamientos de quitarme la vida quería morirme de la frustración y de cómo me sentía como mujer.

Cuando llegué a la Iglesia Universal hablé con Dios para que me quitara la tristeza que tenía todo lo que yo venía cargando, el resentimiento que tenía dentro de mí. Entregué mi querer y mis sentimientos ahí en el altar.

Es mi mayor conquista y tesoro y lo mejor que tengo porque si el Espíritu Santo no sería nada y estaría muerta y no aquí.

Testimonio Mire Montes.

 

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