¿Por qué hay personas que parecen haber sido escogidas?
En el mundo hay personas que, con solo verlas, uno las considera especiales: gente con talento, atletas o personas que han creado algo extraordinario.
Pero, a veces, no se trata de tener un talento en específico, sino de personas que reconocen en sí mismas que tienen una misión que cumplir.
Gente que entiende la importancia de tener disciplina para alcanzar sus metas.
Aun así, estas personas no son “las escogidas”; simplemente tienen una buena disciplina en su vida. Pero, como se ve en las redes sociales, incluso con dinero, fama y oportunidades, muchos terminan perdiendo la fe y la esperanza.
Ser escogido va más allá de las ganancias temporales. Es ser obediente, creer, confiar y tener fe.
Abraham, quien es el padre de la fe, tuvo la actitud de obedecer de inmediato, sin dudar, solo confiando. Esta actitud la demostró en varias ocasiones, siendo la más grande cuando Dios le pidió ofrecer a Isaac.
La Biblia nos enseña:
“Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham:
—¡Abraham!
—Aquí estoy —respondió.
Y Dios ordenó:
—Toma a tu hijo Isaac, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.
Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios había indicado.”
(Génesis 22:1-3)
Aquí podemos ver la disposición inmediata de Abraham; él no dudó en decir: “Aquí estoy.” Esto no solo demuestra su confianza, sino también su obediencia y la gran fe que tenía. En ningún momento cuestionó lo que Dios le pidió.
Si observamos bien a Abraham, él tenía los rasgos de un soldado y el liderazgo de un militar (Génesis 14:14). Sabía que cuando Dios le daba una misión, debía cumplirla; era su deber espiritual.
Abraham era un hombre con disciplina.
Cada vez que Dios le daba una misión, él la cumplía sin dudar. Como un verdadero atleta de la fe, se mantenía enfocado y siempre con una actitud de oración.
No cuestionaba, simplemente hacía lo que Dios le pedía, y lo hacía bien.
Fue esa disciplina la que no solo lo hizo uno de los escogidos, sino también nuestro padre en la fe y amigo de Dios.
Hoy todos tenemos la misma oportunidad de ser uno de los escogidos, pero ahí está la pregunta clave:
¿Será que estamos practicando la disciplina necesaria para ser parte de ellos?
Solo usted puede responder esa pregunta.
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