¿Será que guardamos motivos en nuestro interior para no seguir adelante?
Todos, en algún momento de la vida, pasamos por sufrimientos y rechazos. Estas experiencias pueden quedarse en el corazón como traumas, resentimientos y bloqueos emocionales que nos impiden confiar.
Para ponerlo más simple: el ser humano tiene muchas razones o motivos para no seguir adelante, y son razones que, humanamente hablando, son válidas. Y sí, uno puede considerar todo lo que sufrió para no hacer nada. Pero hay un problema que sucede cuando uno solo se queda considerando: primero, uno no da un paso adelante, y lo otro es que uno se convierte en víctima.
Rasgos de una víctima:
- Se culpa poco y culpa mucho a otros
- Siente que “siempre le pasa lo mismo”
- Se enfoca más en el problema que en la solución
- Justifica su estancamiento con el pasado
- Espera que otros lo rescaten
- Se siente impotente ante los cambios
- Vive en quejas constantes
- Le cuesta asumir responsabilidad
- Se victimiza para recibir atención o comprensión
Si leemos todos estos rasgos cuidadosamente, nos daremos cuenta de dos palabras: decisión y entrega. Si nosotros decidimos quedarnos en esa mentalidad, fue porque decidimos entregarnos a esa condición de víctima.
Pero, ¿qué podemos hacer para salir de aquella mentalidad que se ha guardado en nuestro corazón?
Por eso, la Biblia nos enseña así: “Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios, lo que no es, para anular lo que es” (1 Corintios 1:26-28).
En la vida siempre va a haber alguien que es más inteligente, más rápido y con mucho más talento. Pero esos rasgos tienen su límite; lo que siempre va a salir adelante es la disposición, o mejor dicho, cuánto uno está dispuesto a poner en trabajo.
Si buscamos la palabra “disponible” en el diccionario, nos dice que es una persona libre, accesible o lista para usarse o para atender cuando se necesita.
Uno sale de la condición de víctima cuando “decide”, “se entrega” a Dios y se pone a Su “disposición”. Dios transforma completamente cuando uno se pone a Su disposición.
La Biblia nos afirma esto así: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24).
Aquí, cuando se habla de ofrenda, no se está hablando de algo físico, sino del carácter de decidir, de entregarse y de estar disponible. Uno, cuando está frente a Dios, tiene que perdonarse a sí mismo para ser perdonado, y de la misma manera a los demás. Porque si uno no decide dejar todo atrás y entregarse a Él, entonces no podrá dar un paso adelante.
Reflexione: ¿será que uno está decidiendo que su corazón siga sucio?
Esa pregunta solo usted la puede contestar, pero le sugiero que se limpie en Él para que usted salga de aquella condición que lo detiene. El Señor lo espera para poder darle la transformación completa que usted busca. No se detenga a sí mismo.

