Renunciando a la mentira

Antes de leer este artículo, por favor reflexione sobre esta pregunta: ¿Será que uno sabe cómo renunciar a la mentira?

Toda persona que ha tenido una experiencia o un encuentro verdadero con el Señor Jesús siempre ha decidido renunciar a su vida pasada. Este tipo de persona, cuando descubre la verdad, toma la decisión de dejar atrás sus propios pensamientos, sentimientos, deseos y voluntades para someterse a las orientaciones que están escritas en las Escrituras Sagradas. Esto sucede porque, después de tener este encuentro con Él, la persona es sustentada, alimentada y fortalecida por Su Palabra. Sea cual sea la circunstancia, esta persona ha descubierto que puede depender de la Palabra para fortalecerse y seguir adelante.

La Palabra nos enseña así: “Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud. Pues me alegré mucho cuando algunos hermanos vinieron y dieron testimonio de tu verdad, esto es, de cómo andas en la verdad” (3 Juan 1:2-3).

Es a través de esta Palabra que vemos el primer paso para recibir el Espíritu Santo. Según la Palabra, cuando uno renuncia a la mentira, entra en la verdad.

Pero, ¿qué significa vivir en la mentira?

Significa que uno conoce la verdad de la Palabra de Dios, pero decide ignorarla o vivir conforme a lo que representa el mal. Todos tenemos la libertad de elegir, pero muchos, en este momento, no solo viven en la mentira, sino que se entregan completamente a ella. La malicia, los malos ojos, los pensamientos impuros, el rencor, el odio y el resentimiento son ejemplos claros de vivir en la mentira.

¿Se ha preguntado quién es el padre de la mentira?

El padre de la mentira es Satanás. Cuando uno vive bajo la mentira, no es hijo de Dios, sino hijo del mal. Cuando uno vive de esta manera, está desacreditando al Señor, porque sabe que existe una verdad, pero elige vivir en desobediencia a Su Palabra.

Cuando alguien desacredita a Dios o vive en desobediencia, espiritualmente hablando, es un alma pobre o perdida. Este tipo de persona vive dominada por el miedo, la duda, la preocupación y la inseguridad. Los sentimientos de inseguridad provienen de la falta de certeza en el alma, certeza que solo puede ser llenada con la seguridad de la salvación.

Por ejemplo, en este momento, muchas personas están atravesando crisis psicológicas graves que las llevan a no querer salir de casa. Las preocupaciones sobre la seguridad, la salud, las presiones económicas, el clima, lo que sucede en las redes sociales y los cambios culturales contribuyen a este miedo. Al final, cada día surgen nuevas razones para que las personas inseguras prefieran quedarse en casa. Sin embargo, cuando uno ha tenido un encuentro verdadero con Jesús, ha sido transformado, ha nacido de Dios y ha recibido al Espíritu Santo, no acepta vivir de esta manera. Porque uno es consciente del poder de Dios y sabe que Él es más grande que cualquier problema. Cuando uno pone al Señor en primer lugar, Él lo pone a uno en primer lugar.

Uno tiene que luchar para tener un alma próspera. Cuando el alma prospera, uno podrá ayudar a su familia que está sufriendo en la mentira. Porque cuando uno es salvo, tiene el deseo de salvar a otros. Es ahí donde está el punto clave: todo lo que una persona salva quiere es ser un testimonio y tener un testimonio para que otros sean salvos.

Uno tiene que evaluarse espiritualmente. Más aún, debe reflexionar sobre si su alma está prosperando. Es como la pregunta que Jesús le hizo a un hombre que era extremadamente materialista.

La Palabra dice así: “Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?” (Lucas 12:20).

 

Es de este versículo que surge la pregunta: ¿Cuál es la provisión que uno ha hecho para su alma?

 

Para dar un entendimiento más profundo, cuando la Palabra menciona la palabra «necio», se refiere a alguien que está perdido y que ignora la provisión del Señor. Y cuando la Palabra dice «esta misma noche», nos está mostrando la urgencia con la que uno necesita obedecer.

Hay muchos que se duermen y no volverán a despertar porque morirán. Si lo analizamos aún más, en este mismo momento, mientras lees este mensaje de fe, millones de personas están muriendo. Pero el problema no es la muerte; el verdadero problema es morir sin la salvación.

La Palabra nos orienta así: «Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?» (Marcos 8:36).

Muchos se aferran a la mentira del mundo, se sacrifican para ganarlo y viven según sus estándares, pero como resultado, pierden su alma. Forman familias, prosperan, logran una formación académica, pero todo eso se va en vano porque no están en Jesús. Construyen su vida buscando la felicidad, pero aun así se sienten perdidos e inseguros. Porque su alma no tiene la salvación o no es un alma próspera.

Continúa: «Pues, ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?» (Marcos 8:37).

Es en este versículo donde nos damos cuenta del valor de nuestra alma. El alma es lo más precioso que poseemos, y Satanás quiere arrebatárnosla. Para él, no es suficiente vernos en la miseria; su verdadero objetivo es ganar nuestra alma. Hay una guerra espiritual en curso por nuestra alma.

Pero, ¿cómo se vence esta guerra?

Depositando nuestra alma en el altar, que representa la verdad. Uno tiene que caminar en la verdad.

La Palabra dice: «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Todos tenemos una decisión que tomar; nada es obligado. Pero el camino de la mentira está dominado por el mal. Sin embargo, el Señor Jesús nos dice que Él es el camino, la verdad y la vida, la única vía para alcanzar la salvación y la eternidad.

No se deje engañar. ¡El Señor siempre lo espera!

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