Cuando se tiene una experiencia con el Señor Jesús, hay una transformación, la cual determina que a partir de ese momento la persona no es apenas victoriosa, sino principalmente vencedora. Existe una gran diferencia entre ser victorioso y vencedor. Existen quienes tienen victorias en su vida, pero no son vencedoras ¿Cuál es el motivo? Quien no es guiado por el Espíritu Santo, apenas obtiene victorias y eso en lo posterior le lleva al fracaso y a la derrota. En la vida existe el mundo físico y el mundo espiritual, no es suficiente que uno venza en el mundo terrenal, hay que vencer en el mundo espiritual. Para que podamos vencer en el mundo espiritual, tenemos que estar con nuestra vida en el altar, esto es, con nuestra vida entregada 100% al Señor Jesús.
La Palabra de Dios dice: “Pues ustedes fueron sepultados con Cristo cuando se bautizaron”. Colosenses 2:12. “…Cuando fueron bautizados…”. La Palabra da referencia al bautismo en las aguas y cuando se toma está decisión, es porque se cree que la obra que el Señor Jesús realizó en la cruz, dando Su vida por nosotros, fue para el perdón de nuestros pecados y para remisión de ellos. Para que el bautismo en las aguas tenga válides, es necesario estar decidido a morir para este mundo y vivir para Dios. Uno solo puede vivir para Dios, cuando se recibe la vida de Él en el alma a través del Espíritu Santo.

El más interesado que recibamos el Espíritu Santo es el Señor Jesús, porque Él sabe que para vencer en el mundo espiritual es necesario tener el Espíritu Santo. Quien da el Espíritu Santo es el propio Señor Jesús, por eso se tiene que vivir una vida de acuerdo a Su voluntad y el primer paso es el bautismo en las aguas.
“…Y con él también fueron resucitados para vivir una vida nueva”. Colosenses 2:12. Quien se bautiza en las aguas es resucitado espiritualmente, porque cuando se es bautizado en las aguas, se toma la decisión de morir para sí mismo, para ser sepultado en el mundo espiritual y resucitar como aconteció físicamente y espiritualmente con el Señor Jesús.
“…Debido a que confiaron en el gran poder de Dios, quien levantó a Cristo de los muertos”. Colosenses 2:12. Este poder está en el Espíritu Santo que también nos levantará de entre los muertos para que vivamos para siempre en la Presencia de Dios, pero si no se tiene el Espíritu Santo ¿quién lo resucitará? Es por eso la importancia y la prioridad de tenerlo. Lo principal de la fe es tener el Espíritu Santo y buscar cada vez más tener comunión con Él.
“Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa”. Colosenses 2:13. Mientras la naturaleza pecaminosa reine en la vida de una persona, ella estará bajo la influencia de satanás y los demonios. Existen personas que han considerado el pecado como si fuera un deseo malo, una voluntad mala, una elección equivocada, pero en si el pecado es un demonio y quien vive en el pecado está viviendo bajo la influencia de un demonio, él la lleva a la ruina, la destrucción y la esclaviza.
Por más que se intente ser honesto, una buena persona, caritativa, se encuentre en una religión, etc…, si todavía la naturaleza pecaminosa de la persona está viva, la vida de la persona creyendo o no, siendo diezmista, que sacrifica, incluso puede tener un título de obispo, pastor, obrera (o), miembro de la iglesia…; La persona va a conquistar, pero después va a perder, sea en cualquier aspecto, por lo que nunca llegará a ser una vencedora. Porque la naturaleza pecaminosa sigue viva, continúa bajo la influencia y el dominio de los demonios. Y el destino del alma de la persona es el infierno.
“Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados”. Colosenses 2:13. Si estamos viviendo en el Señor Jesús, todos nuestros pecados fueron, son y serán perdonados. Cuando uno vive en Él, cuando uno falla o peca, reconoce y se humilla ante Él buscando Su perdón, lo obtiene y uno recibe paz. Esa es la diferencia de quien vive en el pecado no tiene paz y una inmensa tristeza le invade, por falta de confesar sus pecados ante Él.

“Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz”. Colosenses 2:14. Las deudas de los pecados, los delitos que teníamos con Dios, representa el acto y los cargos que Dios anula cuando vivimos en Él que era una vida vivida en la incredulidad, dominada por el miedo, por la duda, las preocupaciones… Pecados no solo de conducta moral, sino también de malos hábitos y malas costumbres.
Existen personas que al llegar a la iglesia y escuchar la Palabra de Dios, después de algún tiempo abandonan los malos hábitos, malas costumbres… Pero no hay solo pecados de conducta moral, también hay de comportamiento espiritual. Cuando nosotros nos entregamos al miedo, a la preocupación, a la duda, a la ansiedad, amargura, resentimiento, rencor… Estos son pecados de comportamiento espiritual.
Todo lo que no proviene de la fe es pecado. Nunca haga algo apenas para intentar, o usted actúa su fe porque cree o mejor no la actúa. La fe nos hace vivir en la dependencia en Dios. Si usted tiene su vida entregada a Dios, nada tendrá poder sobre su vida y los decretos que satanás tiene contra su vida son anulados y cancelados en la Cruz, porque usted tiene su vida entregada al Señor Jesús.
“De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz”. Colosenses 2:15. Satanás y sus demonios fueron avergonzados en la cruz después que el Señor Jesús haber dio su vida y resucitó. La vida vivida por la fe, no es apenas una vida victoriosa es una vida vencedora. Esto no es automático, hay que manifestar la fe y tomar posesión de las Promesas de Dios. Nuestra victoria ya nos fue garantizada en la cruz.
“En la túnica, a la altura del muslo, estaba escrito el título: Rey de todos los reyes y Señor de todos los señores”. Apocalipsis 19:16. El ser humano no fue creado para ser dominado, sino para reinar. Es por eso la importancia de tener una vida entregada a Dios porque cuando eso sucede, nosotros recibimos una nueva identidad, al ser nacidos de Dios y nuestra prueba es la Palabra de Dios. Tome posesión de lo que está prometido en la Palabra de Dios y crea que obtendrá la victoria, pero principalmente usted se convertirá en una persona vencedora.
Dios les bendiga.

