¿Qué significa ser hijo de Dios?
La Biblia nos enseña que todos nosotros tenemos derecho a las promesas de Dios. Esas promesas nos garantizan formar parte de Su naturaleza. Es decir, seremos transformados a Su imagen en esencia, carácter y espíritu.
Por eso la Biblia dice así:
“Por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia.” (2 Pedro 1:4)


El versículo menciona que, cuando nosotros somos participantes, escapamos de la corrupción y la concupiscencia.
- Corrupción significa la caída moral y espiritual de la humanidad.
- Concupiscencia significa todos los deseos desordenados o egoístas, los impulsos que llevan al pecado.
Sin embargo, uno llega a ser parte de la naturaleza divina.


¿Qué significa eso?
Ser transformado a Su imagen no significa que uno se vuelva como Dios, sino que participe de Su carácter: amor, pureza, paciencia, justicia y paz. Llegar a ser partícipes de esto solo fue posible gracias al sacrificio del Señor Jesús. En otras palabras, antes del Señor Jesús, uno solo tenía el derecho de siervo o de escogido, pero no del hijo.

Pero, ¿cómo puede uno llegar a tener el derecho del hijo?
Uno solo puede llegar a tener este derecho cuando cree y lo acepta en su conciencia. Esto significa que uno debe ser humilde y obedecer para llegar a ser hijo de Dios.
La Biblia enseña, además:
“Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre; que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.” (Juan 1:12-13)


El hijo de Dios no nace por herencia, familia, linaje religioso ni por nada físico o natural. Aquí el versículo deja esto bien claro: uno no nace de la emoción ni del deseo humano cuando es de Dios, sino de Su propio Espíritu.

Proceso de transformación y herencia del Espíritu Santo:
- Liberación
- Conversión
- Bautismo
- Después, la experiencia de ser hijo (recibir el Espíritu Santo).
Es un proceso de transformación interior por medio del Espíritu Santo, que nos hace más semejantes a Cristo. Por eso la Biblia nos recuerda:
“Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!”
(Gálatas 4:6)


Llamarle Padre es un derecho íntimo. Uno no puede llegar a ser hijo de otra manera sino por una entrega completa. Y no es algo de un solo día: recibir el Espíritu Santo es algo que debe cuidarse día tras día, a través de la sumisión y la comunión con Dios.

Con todo esto dicho, les digo que todos tenemos el derecho de llegar a ser hijos, pero todo depende de cada uno y del deseo de conocer más a Dios y ser salvo.