¿Será que uno se encuentra muerto espiritualmente?
El propósito principal de la fe que nos da el Espíritu Santo es que nos enfoquemos en la salvación de nuestra alma, para vencer al mayor enemigo del ser humano: la muerte.
La Palabra nos enseña así: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Devorada ha sido la muerte en victoria” (1 Corintios 15: 53-54).
Cuando el Señor Jesús se sacrificó por nuestros pecados y, al tercer día, resucitó de entre los muertos, Él venció la muerte. La muerte, bíblicamente, significa estar separado de Dios.

Pero, ¿Con que intención fue creado el ser humano?

Cuando el Señor Dios creó al ser humano, que fue Adán y Eva, no los hizo para que murieran, sino para que vivieran eternamente.
En el huerto del Edén, Él puso el árbol de la vida y, como resultado, Adán y Eva fueron probados. Si ellos hubieran vencido la tentación o pasado esta prueba, habrían recibido el discernimiento para comer del árbol de la vida.


Pero, ¿qué significa o qué representa el árbol de la vida?

Una cosa que hace mucho el ser humano es buscar aprender y adquirir más información para volverse más autosuficiente o independiente. Por ejemplo, muchas personas hoy en día, cuando se enferman, lo primero que hacen es buscar en internet para obtener respuestas, aun sabiendo que siempre es mejor acudir a un especialista para saber con certeza qué tienen. Como resultado, el conocer mucho les da una falsa ilusión de que todo va a estar bien y de que no necesitan a nadie para cuidarse.
Es este tipo de autosuficiencia la que muchas veces aplicamos también con Dios para no depender de Él. Otro ejemplo: hay personas que dicen, “Si yo no trabajo, Dios no me dará nada.” Pero quien da la disposición, la sabiduría y el conocimiento para trabajar… es Dios.

Ahora regresamos al ejemplo de Adán y Eva. En el momento en que tocaron y comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, fue entonces que experimentaron la muerte. No murieron físicamente, porque siguieron con vida en el cuerpo, pero murieron espiritualmente, es decir, se apartaron de Dios. Es decir, pasaron a vivir alejados de la presencia de Dios. Es por la desobediencia y el pecado que ellos perdieron la comunión con Él. El significado de la muerte espiritual es vivir separado de Dios.


Cuando uno está separado de Dios, es cuando el mal viene y lo llena de preocupaciones, miedo, dudas y todo tipo de ansiedad. Uno vive cansado y piensa que ese cansancio es físico, pero no lo es. Lo que uno está sintiendo es un cansancio espiritual, porque está usando la fuerza del brazo, es decir, lo físico. Pero lo que enfrentamos cada día no es solo algo físico, emocional o psicológico. Lo que realmente estamos atravesando, en medio de la lucha lejos de Dios, es una falta de espiritualidad. Porque, antes de ser cuerpo, somos espíritu.

Pero, ¿cuántas personas se encuentran en este momento muertas espiritualmente porque están lejos de Él?


Muchos solo buscan de Dios cuando tienen una necesidad física, pero no quieren una relación con Él ni muestran interés.
Por ejemplo, no tienen interés en alimentarse de Él, en aprender de Él, en conocer Su voluntad, ni en congregarse para profundizar en una meditación diaria.
Es por la falta de esta entrega que uno se encuentra espiritualmente muerto.Pero cuando Jesús dio Su vida por nosotros, la muerte fue vencida.Y cuando uno permite que el Señor Jesús entre en su vida y en su alma, ya no hay miedo, porque sabe que ya no hay muerte, pues ahora forma parte de lo eterno.

Un ejemplo más para concluir:
Muchos, en este momento, están viviendo en una gran desesperación y miedo porque no saben dónde terminará su alma.
Hay quienes repiten el dicho: “Yo no le tengo miedo a la muerte”, pero cuando la enfrentan, sus actitudes revelan lo contrario. Como resultado, se encierran aún más, porque no conocen a Dios o están muertos espiritualmente.
Pero cuando Jesús entra en la vida de uno, Él hace lo sobrenatural: nos resucita, nos da comunión con Él, y como fruto de esa comunión, nos concede vida eterna.

El alma que está viva espiritualmente no teme a la muerte, porque sabe que su destino está seguro en las manos del Altísimo. Viva con propósito, reflexione en lo de Dios, y así recibirá lo eterno: el Espíritu Santo.