A mi manera… ¿o a la manera de Dios?
Se puede decir que, de muchas maneras, todos deseamos o tenemos el anhelo de ser independientes.
Especialmente durante la adolescencia o en una etapa temprana de la juventud, muchas veces, cuando estamos en la adolescencia o somos jóvenes, tenemos un fuerte deseo de ser independientes de nuestros padres. De hecho, se podría afirmar que, cuando uno es joven, existe una determinación muy marcada por demostrar cuán independientes podemos ser.
Queremos comenzar relaciones, tener un trabajo, salir de noche… todo lo que pensamos que hace un adulto. Como tenemos ese deseo de hacer estas cosas, empezamos a ignorar los consejos de personas mayores y con más experiencia en las situaciones que enfrentamos. Todo esto viene de ese deseo de ser independientes; en otras palabras, queremos hacerlo a nuestra manera.
Tal vez todo lo que uno hace en su intento de ser independiente se siente bien en el momento, o uno piensa que no está haciendo nada malo. Pero, aun con ese sentimiento o esfuerzo, seguimos tropezando, porque simplemente no tenemos la experiencia o no lo estamos haciendo del modo correcto.
Nuestras ambiciones, muchas veces, nos llevan a cortar esquinas para intentar alcanzar esa supuesta meta de la independencia.
Pero el problema no está en querer ser independientes, sino en cómo estamos siendo moldeados para reaccionar correctamente.
La Palabra nos habla así de este tema: “«Levántate y baja ahora mismo a la casa del alfarero y allí te comunicaré mi mensaje». Entonces bajé a la casa del alfarero y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se deshizo en sus manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?», afirma el Señor. «Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero” (Jeremías 18:2-6).
No hay nada de malo en desear la independencia de nuestros padres, porque en algún momento todos tendremos que alcanzarla. Pero todo debe ser a su debido tiempo, lo que significa que necesitamos estar bien preparados. Aun así, debemos permanecer siempre abiertos y humildes para ser moldeados por nuestro Padre celestial.
Según la Palabra, el alfarero decide la forma y el propósito del barro. Cuando el barro no tomó la forma que el alfarero quería, él lo volvió a formar hasta que quedó como debía ser. De la misma manera, el Señor obra en nosotros a medida de nuestra fe, siempre y cuando se lo permitamos.
Pero debemos estar abiertos a ser moldeados, a recibir sugerencias y consejos de Él y de Su Palabra.
La Palabra nos enseña así: “Quien se niega tercamente a aceptar la crítica será destruido de repente sin poder recuperarse” (Proverbios 29:1).
En otras palabras, quien no toma consejo o no se deja moldear, siempre fallará, y peor aún, llegará a un punto en el que no podrá recuperarse. Se repite: la independencia no es algo malo—todos llegaremos a ese punto—pero siempre debemos ser dependientes de Dios, porque Él es la fuente de nuestra victoria.
Todos los domingos, los jóvenes de la Iglesia Universal de la Bonnie Brae y de todo California se reúnen para una conexión especial en la que se abordan temas espirituales, como el de este artículo. Este pasado domingo se llevó a cabo la conexión titulada “A mi manera”, donde los jóvenes trajeron a sus padres y juntos pudieron tener un momento de reflexión. Este evento culminó en un convivio, donde todos los participantes compartieron una comida y recibieron una oración enfocada en la unión familiar.
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