Si este ángel fuerte que descendió del cielo, teniendo en la mano un librito abierto es incluso el Señor Jesús como nosotros hemos creído, entonces el librito abierto es el mismo contado en el quinto capítulo, es decir, el libro sellado con siete sellos. ¿Por qué? Porque el quinto capítulo nosotros vemos a Dios Padre entregando al Dios Hijo el libro abierto por dentro y por fuera, sellado con siete sellos y que nadie, ni en el cielo, ni sobre la tierra, ni debajo de la tierra podía abrir el libro y ni siquiera mirarle.
Cuando el Señor recibió este libro, él estaba sellado, fechado, pero ahora, que los sellos fueron abiertos, están él está abierto. Por esa razón, este capítulo diez afirma que el ángel fuerte descendió del cielo con un librito abierto en la mano. el hecho de que él sea considerado como librito en el presente capítulo puede ser justificado por él tener el restante de las revelaciones de los juicios de Dios. La otra explicación de la diferencia entre la palabra libro del capítulo cinco y librito del capítulo diez es apenas una cuestión de los manuscritos en los cuales se fundamentó la tradición.
Ambos documentos, el libro y el librito, eran pequeños rollos. Ambos descritos con la palabra griega «biblion». Este es un diminutivo de «biblos». El librito en la mano del ángel fuerte, en algunas copias del Nuevo Testamento es también llamado «biblaridon». Así como nosotros también podemos decir «libro», «librito» o «volumen». Pero las mejores copias han utilizado la misma palabra tanto en el capítulo cinco como en el capítulo diez: libro. También en los dos contextos hay una clareza con respecto a la autoridad suprema del Señor Jesucristo. Él toma posesión de Su derecho, es decir, en el capítulo cinco Él recibe el libro de la mano derecha de Dios-Padre y en el presente capítulo Él desciende del cielo con el libro en la mano.
Esto significa la toma de posesión pública de Su herencia. Todo este derecho, toda esta autoridad a Él conferida está apoyada en Su sacrificio en el Calvario. En Su nacimiento, Él tuvo que ser colocado bajo la ley, para servir como Cordero de Dios. Era una necesidad divina que se cumpliese toda la justicia, como Él mismo afirmó por ocasión de Su bautismo. Todas las victorias y todo loor que recibió, son basados en Su obra mediadora y en la realización de todo aquello que la ley de Dios exige.
Él cumplió toda la ley; él es el propio cumplimiento de la Ley. Él no podía haber resucitado de los muertos, no podía haber subido a los cielos, ni podía haberse sentado a la derecha del Padre, así como tampoco él no podría haber dado perdón de los pecados a los hombres o incluso haber recuperado la herencia perdida, si no tuviese realmente expiado los pecados de todo el mundo en la cruz del Calvario. A través de Su completa obediencia, Él compró con Su sangre todos aquellos que ahora o en cualquier época reivindican la redención por la Su sangre, de modo que se tornen Su propiedad legal.
Continuará…
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Libro: Estudio del Apocalipsis Vol 1
Autor: Obispo Edir Macedo