Volverse a Dios

La primera Santa Cena aconteció en Egipto, cuando Dios sacó al pueblo de la esclavitud del Egipto y se manifestó de manera gloriosa y extraordinaria. Ese acontecimiento se dio porque el pueblo asumió una alianza con Él, hizo un pacto a través de la sangre de un animal, un cordero que representaba lo que Jesús haría en lo posterior en la cruz que era entregar Su propia vida por la salvación de la humanidad.

Si a causa de realizar un pacto con la sangre de un animal, Dios se manifestó gloriosamente, podemos ahora comprender cuanto más a través del pacto hecho con la sangre del Señor Jesús, que fue la sangre del propio Hijo de Dios. Quienes asumen un pacto con Dios y se tornan participes de la Santa Cena, no hay como continuar enfermo, tanto físicamente como espiritualmente. La Palabra de Dios nos enseña sobre la enfermedad en la fe, cuando alguien se encuentra en esa situación, la vida no resplandece la grandeza de Dios.

La Palabra de Dios nos orienta: “Aun ahora – declara el Señor – volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento”. Joel 2:12. Esas fueron las palabras del propio Dios. Cuando la mente está libre y se medita en la Palabra de Dios, se escucha la Voz de Él y se tiene la disposición de obedecerla porque el Espíritu Santo está actuando en la mente de uno.

Mensaje de fe Volverse a Dios

Una parte de Joel 2:12 nos refiere “…Volved a mí de todo corazón”. Dios hace referencia de todo corazón, porque este no puede estar dividido, esto es, no puede estar en nada, ni en nadie. Porque es natural que quien no conoce al Señor Jesús o no ha tenido un encuentro con Él, coloque su corazón en otra persona o en alguna pertenencia material, pero Dios quiere que nuestro corazón este vuelto 100% para Él.

“Con ayuno, llanto y lamento…” El ayuno no solo es la abstinencia de alimentos, sino la abstinencia de todo lo que uno pudiera estar apegado que es renunciar y sacrificar la propia voluntad. Por ejemplo, cuando se realiza un ayuno de alimentos, se quedan varias horas sin probar alimento, eso no es fácil, porque el ayuno significa renuncia. En el sentido práctico de la fe, significa uno concentrar su fe en la Palabra de Dios y en el Señor Jesucristo.

“Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos; volved ahora al Señor vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal”. Joel 2:13. En el pasado cuando las personas eran avergonzadas por algún problema o por un pecado, ellas rasgaban sus vestiduras porque se habían apartado de Dios. En la actualidad si la persona se arrepiente y se vuelve para Dios de todo su corazón, Él la libra del mal, porque ella tomó la decisión de entregarse a Él por completo y de andar en Su Camino.

domingo 9 de julio volverse a Dios

“¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición, es decir, ofrenda de cereal y libación para el Señor vuestro Dios?” Joel 2:14. Cuando el espíritu cambia, hay cambio de vida, porque se comienza a vivir por la fe. Quienes viven por la fe no viven entregados a las dudas, el miedo, la ansiedad, la preocupación o no se vive dominado por pensamientos contrarios a los pensamientos de Dios, los cuales están inscritos en Su Palabra. Vienen los malos pensamientos, los malos sentimientos, pero se rechazan porque se tiene el poder del Espíritu Santo actuando en la mente y en el corazón.

Cuando se participa de la Santa Cena y se come del pan que representa el cuerpo del Señor Jesús y cuando se toma el elemento que es el jugo de uva y que representa la sangre del Señor, eso es la entrada del Espíritu Santo en su alma. Si usted lo hace consciente de que tiene que pagar el precio que es la entrega total de su vida, esto es, su entrega es todo lo que usted tiene a cambio del Espíritu Santo. Si usted acepta asumir este pacto con Dios acontecerá lo que Dios dijo en Su Palabra: “Tendréis mucho que comer y os saciaréis, y alabaréis el nombre del Señor vuestro Dios, que ha obrado maravillosamente con vosotros; y nunca jamás será avergonzado mi pueblo”. Joel 2:26. Nuestra vergüenza es la vergüenza de Dios y si hay algo que Él no acepta es que nosotros seamos avergonzados. Si usted aún no ha asumido un pacto con Dios, pero está decidido y toma la decisión de entregarse completamente a Él, su vida no será más una vergüenza. Por el contrario, usted lo glorificará y nunca más usted avergonzará el nombre del Señor Jesús y ni usted será avergonzado, pero solo está en usted la decisión si decide entregarse a Él por completo o continuar en su propio camino.

Dios los bendiga.

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