Alcanzar lo inaccesible

Lea este artículo con gran atención, porque el Espíritu Santo le ha preparado algo nuevo para su crecimiento espiritual. Cuando oramos, estamos hablando con Dios. Y cuando escuchamos Su Palabra o meditamos en ella, Él nos habla. Sobre todo, cuando uno escucha la voz de Dios, es imposible que su ser permanezca igual, porque la voz de Dios es poderosa; aniquila y cancela cualquier otra voz.

¿Por qué?

Vivimos para oírlo todo. Si reflexionamos sobre lo que este mundo está diciendo, y a medida que el tiempo del fin se acerca, solo oímos desgracias. Además, la gente a nuestro alrededor solo habla de lo negativo. Este tipo de persona solo habla palabras de duda y de miedo, pero la persona que es de Dios, no. Las personas que tienen el Espíritu Santo y viven en comunión con Él no hablan de lo negativo. La persona de Dios no vive para lamentar o murmurar, porque está firme en la Palabra. Sobre todo, la persona que es de Dios se sostiene en las promesas encontradas en Su Palabra.

La Palabra revela Sus promesas así: “Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Usted tiene que entender que quien está hablando es Dios. En el tiempo de este versículo, Él estaba hablando con el profeta Jeremías. Pero hoy, en este momento, está hablando con nosotros. Entonces, cuando uno medita en la Palabra, debe ponerse en el lugar de la persona con la que Dios estaba hablando en ese entonces, porque Dios nos está hablando. Según la Palabra, cuando Dios nos responde, lo hace de una manera más grande de lo que nosotros imaginamos; porque Él nos da lo inaccesible. En otras palabras, lo que miramos como inalcanzable, Él nos permite alcanzar.

 

Además, la Palabra nos afirma esta promesa de la siguiente manera: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros” (Efesios 3:20). La cuestión es esta: el poder al que se refiere la Palabra es el poder que está obrando dentro de nosotros, que es el Espíritu Santo. La obra principal que el Espíritu Santo realiza dentro de nosotros es que persigamos las promesas. Uno tiene que buscar lo prometido.

¿Cuántas personas, teóricamente, han usado la fe para resolver problemas?

Pero la fe sobrenatural, que es el poder que obra dentro de nosotros y es el Espíritu Santo, no está destinada simplemente a resolver problemas. El poder que nos da el Espíritu Santo es para que tomemos posesión de lo que está prometido. Porque lo que está prometido por Dios, para que tenga una idea, son más de ocho mil promesas. Todas las promesas escritas en la Palabra son grandiosas. Como se mencionó anteriormente en el artículo, la Palabra de Dios dice: “Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes…” (Jeremías 33:3). La Palabra menciona “grandes” porque Dios es grande, y debemos dejar de enfocarnos en solucionar pequeños problemas que no valen nada. Lo principal de la fe es que uno debe estar comprometido para permanecer salvo. Uno tiene que comprometerse para la salvación de su alma. Cuando uno se enfoca en sus problemas, fácilmente puede ser dominado por el miedo, las preocupaciones y la duda. Muchos se despiertan por la madrugada para orar, y lo primero en lo que piensan son sus problemas: problemas con el hijo, problemas con el marido, problemas en el trabajo, problemas de salud, preocupación por el futuro, preocupación por el futuro del hijo, de la hija, preocupación sobre cómo se pagará la renta, cómo se cubrirán los gastos, cómo se cumplirán los compromisos. Sin embargo, cuando el poder de la fe sobrenatural del Espíritu Santo está obrando dentro de nosotros, uno rechaza de la mente todo pensamiento malo para buscar lo que está prometido. Porque pase lo que pase, venga lo que venga, cueste lo que cueste, no hay ninguna situación, no hay ningún problema, no hay ninguna circunstancia que pueda aniquilar, cancelar o, principalmente, impedir que las promesas de Dios se cumplan. Pero si el poder del Espíritu Santo no está obrando o uno no permite que Él obre, entonces uno quedará entregado a la preocupación y será vencido. La dificultad de la vida no es que uno siga dominado por los problemas. La dificultad es que uno deja que sus problemas lo dominen al punto de convertirse en una persona problemática. Como resultado, uno pasa a ser el propio problema. En consecuencia, ahí es donde uno fracasa en todos los aspectos de su vida. Por cualquier cosa, uno se pone nervioso, intranquilo y vive a todo momento desasosegado. Además, uno tiene que entender que, si convive con una persona que no tiene paz, esta persona también le negará la paz.

Es imposible que una persona problemática tenga paz.

Entonces, es allí donde uno se da cuenta de la importancia de tener una verdadera entrega, una entrega con sinceridad. Porque para tener paz uno necesita tener un encuentro con Jesús, nacer de Dios y recibir el bautismo con el Espíritu Santo.

Uno debe tener el poder que nos da el Espíritu Santo para vencer. Cuando el Espíritu Santo está obrando y operando en nuestro ser, comienza en la mente y luego en el corazón. Porque cuando Él comienza a operar con Su poder, no deja lugar para los pensamientos malignos. Por ejemplo, cuando opera, no hay espacio para el rencor, los resentimientos, ni permite que la amargura domine su corazón. Sin embargo, si uno no permite que este poder actúe en su vida, vivirá solo, guardando malos pensamientos y sentimientos que lo harán fracasar. Usted puede culpar o responsabilizar a cualquier persona por su condición, pero el problema sigue siendo suyo y de nadie más.

Uno solo puede alcanzar el cambio en su vida cuando vive por la fe, y el único que tiene el poder de operar es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el único sueño o meta que uno debería preocuparse por alcanzar. Por ejemplo, aquí en los Estados Unidos, muchos se preocupan por alcanzar o buscar el sueño americano y nunca lo logran. Pero, el sueño americano no va a llenar a uno de paz, mucho menos de alegría. El sueño americano es pequeño ante los sueños de Dios. Quien vive por la fe no desperdicia el tiempo buscando el sueño americano.

El que vive por la fe solo busca los sueños de Dios.

Si reflexionamos sobre nuestro entorno y vemos cómo está la sociedad, nos daremos cuenta de que muchos estadounidenses viven actualmente en la miseria. Por ejemplo, en Los Ángeles, las calles están llenas de gente que vive en condiciones de calle. La mayoría son americanos.

Pero aquí surge la pregunta clave: ¿Dónde está el sueño americano en ese momento?

No se deje deslumbrar por el brillo de este mundo, porque muchos han perdido a toda su familia persiguiendo este falso sueño. Hay muchas parejas que tienen hasta dos trabajos para mantener un sueño, y cuando llegan a casa no tienen tiempo ni para ellos mismos de lo cansados que están. Después, por estas mismas razones, este tipo de parejas empiezan con las peleas.

Pero, ¿cómo va a terminar este matrimonio?

Este matrimonio terminará fracasando y separándose y, si tienen hijos, igual o peor. En consecuencia, todos en esta familia serán problemáticos.

Usted no necesita sueños falsos si vive por la fe, porque lo que está prometido es mucho más grande. Dígase a sí mismo mientras lee este artículo: La fe sobrenatural nos da poder para todo.

¿Cómo funciona esta fe sobrenatural?

La Palabra de Dios nos guía así: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito” (Josué 1:8). Uno tiene que parar de confesar derrota porque la boca tiene poder. Es decir, en todo momento uno tiene que estar meditando en la Palabra de Dios, luchando, rechazando los pensamientos y los sentimientos que vienen a su mente y a su corazón, que no están de acuerdo con la Palabra.

Es uno quien permite que sus caminos sean prósperos y, cuando uno lo permite, Él le da todo. Él nos da sabiduría, conocimiento, la dirección que uno necesita, muestra, coloca a las personas correctas en nuestros caminos, nos envía a un lugar donde uno va a trabajar para ser próspero.

Porque, solo Dios nos permite alcanzar lo inaccesible.

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