Condiciones para ser salvo

¿Cuál es el criterio para ser salvo?

Lo principal que uno necesita para ser salvo es el Espíritu Santo, pero hay criterios; uno de ellos es la obediencia. Sin embargo, más allá de eso, necesitamos tener la certeza de que Él dio la vida por nuestros pecados, para que la obediencia no sea algo religioso, sino algo que uno hace porque cree.

¿Cuál es el criterio de creer exactamente?

La Palabra nos enseña así: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros habíais matado colgándole en una cruz” (Hechos 5:30).

Aquí, este versículo, cuando menciona la palabra “vosotros”, está hablando de los judíos, de la gente religiosa, y también de nosotros. Tal vez en este momento usted diga:

“Pero lo que pasó en ese tiempo no tiene nada que ver conmigo.”

Sin embargo, independientemente de lo que uno piense, indirectamente también participamos en la muerte de Jesús, porque el Señor fue colocado en la cruz a causa de nuestros pecados

Pero Dios resucitó a Jesús.

La Palabra continúa: “A este, Dios exaltó con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (Hechos 5:31).

Hoy nosotros somos el nuevo Israel, y se nos ha dado la oportunidad de arrepentirnos de nuestros errores o pecados.

Sigue diciendo: “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen” (Hechos 5:32).

Estas son las condiciones o criterios para ser salvo: uno debe arrepentirse de sus pecados y tomar la decisión de obedecer la Palabra.

Para descubrir más sobre la esencia del arrepentimiento, es importante entender lo siguiente:

No importa lo que uno haya hecho en el pasado, ni lo que haya desobedecido, ni por cuánto tiempo.

Tampoco importa la clase de error que uno haya cometido.

Uno solo debe pedir perdón y dejar de vivir en el pasado, comenzando una vida de obediencia.

A partir del momento en que uno decide vivir en obediencia a la Palabra, es cuando Dios le da el Espíritu Santo, porque Él es la marca de la salvación, y sin Él, uno no es salvo.

Mientras uno viva en obediencia a la Palabra, es imposible que no sea salvo, porque tiene comunión con Dios y ha heredado la marca de la salvación: el Espíritu Santo.

La herencia de Él en uno es el criterio para ser salvo.

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