Confianza en Él

Este artículo hablara de tres temas espirituales que, aunque pueden ser distintos en muchos aspectos, tienen la misma meta final: acercarse más a Dios.

Para comenzar, reflexione: ¿Qué es el buen esposo?

El apóstalo Pablo nos revelo así a través de la Palabra: “Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas” (colosenses 3:19).

Para que quede claro, el versículo está hablando en plural sobre cómo un marido o esposo debe actuar con su esposa. No está diciendo que un esposo deba tener múltiples esposas, porque el matrimonio es solo entre dos personas.

Pero, ¿qué significa ser áspero?

Según el versículo, la palabra “áspero” se refiere al carácter del marido. Hay muchos esposos en este momento que son culpables de ser duros, bruscos y poco amables en su trato con su esposa. Es decir, un esposo recientemente se ha estado comportando de manera amarga con su esposa.

Pero, ¿de dónde deriva este problema?

El problema tal vez no sea que uno esté siendo áspero a propósito, pero eso no significa que ser amargo con su esposa esté justificado. Aunque uno no lo haga con intención, debe reconocer que lo está haciendo. En un matrimonio, es fundamental reconocer las fallas para que la relación crezca y se desarrolle más. Es decir, un marido debe saber cómo pedir perdón por sus fallas, porque el perdón es reconocimiento y demuestra humildad. Un esposo que reconoce sus errores muestra su deseo de ser mejor esposo.

Si el matrimonio tiene problemas, las oraciones del marido no serán contestadas.

La Palabra nos advierte de esta manera: “De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, cada uno trate a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes” (1 Pedro 3:7).

Si observamos la Palabra, nos orienta a ser comprensivos y a tratar a nuestra esposa con respeto. Cuando hacemos esto, la oración no es obstruida por nada, porque un marido que reconoce y admite sus fallas se convierte en un esposo más comprensivo y respetuoso.

Cuide su corazón y no sea áspero ni se deje influenciar. Tal vez un esposo diga: “¿Mi esposa es un problema?” Pero, solo porque la esposa tenga actitudes problemáticas, no significa que uno deba convertirse en un problema también. Ambos deben ser una bendición en todos los aspectos.Sin embargo, muchos están pasando por problemas de economía y quieren ser prósperos. Pero es por lo mismo, si uno no sabe como llevar uno matrimonio pleno dunde ambos se ayudan a entender pues uno no podrá prosperar porque el matrimonio esta muy enfocado por los problemas.   

Es ahí donde llegamos a nuestro próximo tema: la prosperidad.

Pero, para ser prósperos, tenemos que saber cómo contestar esta pregunta: ¿Qué significa ser ofrendante?

Si uno tiene fe y está obedeciendo lo que está escrito, es imposible que la obra del Espíritu Santo no sea realizada en la vida de uno. Es decir, que las promesas que están escritas en Su Palabra no se cumplan en la vida de uno cuando es obediente.

La Palabra dice así: “Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos;” (Proverbios 3:9).

Según la Palabra, la descripción de los bienes son las ofrendas, y las primicias son los diezmos, que son el primer 10% de lo que uno recibe en su mano. De lo que sobra después del 10%, uno debe separar su ofrenda o varias ofrendas, dependiendo de la fe de cada uno. Pero no se confunda: las ofrendas y los diezmos no son algo creado por los hombres, sino que vienen de Dios. Tampoco por mencionarlo se está obligando a hacerlo; esto es voluntario, y si uno tiene la fe de obedecer Su Palabra, lo da. Pero no de mala gana, porque la honra y la ofrenda siempre se dan por amor a Dios.

Se repite: nada de mala gana o por obligación. La conciencia que uno debe tener al hacer este acto es: “Yo voy a honrar a mi Dios”.

Pero, ¿por qué uno tiene que honrar a Dios?

Honrar es reconocer que todo lo que uno tiene lo ha recibido de la mano de Dios. Si uno recibe lo que recibe, es por Él. Por ejemplo, si uno tiene éxito en su trabajo, es porque el Señor le ha dado sabiduría y conocimiento. El Señor nos da salud, familia y todo lo que poseemos. Es por esa razón que uno, voluntariamente, decide honrarlo en obediencia a Su Palabra.

Es imposible que Su Palabra no se cumpla en la vida de uno cuando uno está obedeciendo. Tal vez no pase de la noche a la mañana, pero se cumplirá.

Pero, ¿de qué manera se cumplirá?

La Palabra sigue así: “entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:10).

Los graneros son donde uno guarda la comida. Hay muchos que trabajan duro todos los días, pero apenas tienen lo suficiente para llenar la nevera con abundancia. Los graneros también son donde uno siembra con Dios para que Él le dé la sabiduría y el conocimiento para prosperar. Para prosperar, uno debe tener fidelidad con Él y ser ofrendante. Pero si uno no tiene fe y no confía, mejor no dé, porque solo lo estará haciendo por religiosidad, y eso no le agrada a Dios.

Uno tiene que honrarlo porque tiene fe y confía.

Con eso dicho, llegamos al tema final: ¿Cuál es la diferencia entre tener fe y tener confianza?

Sí, hay una gran diferencia entre tener fe y tener confianza. Todos podemos tener fe, pero es cuando nos enfrentamos a problemas que percibimos como más grandes cuando entra en juego la confianza. Ante los problemas, no son muchos los que tienen la confianza para superarlos. Sin embargo, sí tienen fe en el poder de Dios, pero es lo que pasa después de manifestar esta fe lo que muchos no confían. Especialmente cuando, muchas veces, uno no recibe la respuesta que quiere o cuando la respuesta no es instantánea. Porque una cosa es tener fe en el poder de Dios, y otra es tener confianza en el carácter de Dios. Es decir, muchos no tienen confianza en Su Palabra.

La Palabra de Dios no falla ni miente. Pase lo que pase, la Palabra de Dios siempre se cumple y se cumplirá.

Pero, ¿cuál es el secreto para que esto suceda?

La Palabra nos enseña así: En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre, porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan (Salmos 9:10).

Pero, ¿Qué significa conocer el nombre de Dios, que es Jesús?  

Lo que esto significa es que uno ha tenido una experiencia con Él y ha sido transformado por Su Palabra. Cuando uno es transformado por Su Palabra, es porque ha pasado a depender de lo que está escrito. Esto significa que uno no se deja influir por ninguna circunstancia ni situación, sea lo que sea. Ahí es donde está la confianza: cuando uno considera primero lo que está escrito y lo que ha sido prometido.

Pero cuando uno no conoce al Señor Jesús, es natural que sea dominado por lo negativo, la desesperación y las lamentaciones, porque eso es parte de la naturaleza humana.

Uno tiene que conocer a Jesús, considerar lo que está escrito y separarse de lo natural para poder poseer lo sobrenatural, porque eso es lo que está prometido y lo que está escrito en Su Palabra.

La Palabra nos recuerda la importancia de meditar cuando dice: “Porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.” Cuando uno medita, es porque quiere acercarse más a Él, conocerlo mejor y ser mucho más confiado en Él.

La confianza en Él es importante.

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